MRM — Plácido

Micro­rre­la­to Musical

Plácido — Miguel Asins Arbó

Don Ernes­to vive en el ter­ce­ro cen­tro del núme­ro dos de la Pla­za de Cas­co­rro. Todos los días, antes de salir de casa, echa un vis­ta­zo por la ven­ta­na... obser­va la pla­za meticu­losa­men­te para ver si encuen­tra algún peli­gro que le per­sua­da de no salir en ese momen­to. Si la calle está des­pe­ja­da y libre de ame­na­zas, aga­rra un hue­vo coci­do de la fres­que­ra, se pone el abri­go y sale de casa. Le gus­ta comer­se el hue­vo antes de lle­gar al zaguán del edi­fi­cio y, por impe­ra­ti­vo cate­gó­ri­co, no pone un pie en la ace­ra de la calle sin haber reza­do antes un padre­nues­tro... con­vie­ne no ten­tar a la suer­te. Al salir del por­tal nun­ca gira hacia la izquier­da, siem­pre hacia la dere­cha. Si pre­ten­de ir a la izquier­da, pri­me­ro mar­cha deci­di­da­men­te hacia la dere­cha has­ta que encuen­tre un sitio segu­ro para cru­zar de ace­ra. Una vez al otro lado ya se per­mi­te a sí mis­mo ir en sen­ti­do inver­so... siem­pre evi­tan­do pisar, eso sí, cual­quier línea, raya, grie­ta o man­cha que encuen­tre en el pavimento.

Todos los días repi­te la mis­ma litur­gia sis­te­má­ti­ca y obse­si­va­men­te con un úni­co obje­ti­vo: pasar por delan­te del nego­cio que regen­ta doña Filo­me­na –una tien­da de len­ce­ría ita­lia­na de impor­ta­ción– y así poder echar un fru­gal vis­ta­zo al inte­rior de doña Filomena.

Curio­so caba­lle­ro don Ernes­to. Vive en el ter­ce­ro cen­tro del núme­ro dos de la Pla­za de Cascorro.

 

 

MRM — Fine and Mellow

Micro­rre­la­to musical

Billie Holiday, Fine & Mellow — The Sound of Jazz

Pasé la tar­je­ta per­fo­ra­da cer­ca de las tres de la tar­de, hora de entra­da en los estu­dios de la CBS en el 851 de la nove­na. Eran mis pri­me­ros tra­ba­jos como téc­ni­co, jun­to a Par­ker con quien tra­ba­jé prác­ti­ca­men­te toda mi vida, de modo que ambos hici­mos el tra­ba­jo más físi­co: cablea­do, esce­na­rio, pér­ti­gas y demás per­tre­chos de soni­do. Les­ter se sen­tó al lado de Lady Day que, a su vez, pre­fi­rió uti­li­zar un tabu­re­te para can­tar. Delan­te de ella yo mis­mo colo­qué un micró­fono RCA 77 DX... aquél apa­ra­to era autén­ti­ca crema. 
Crosby haría la pre­sen­ta­ción des­de un moni­tor ubi­ca­do detrás del gru­po y al ter­mi­nar sube y avan­za la 1 con grúa. Jack sugi­rió que Holi­day espe­ra­ra de pie, y se diri­gie­ra al tabu­re­te nada más empe­zar, para dar tiem­po a que la cáma­ra se ubi­ca­ra correc­ta­men­te. Así se hizo. 
Recuer­do cuan­do ajus­té el ángu­lo y dis­tan­cia del micrófono... 
— Hello kid – me dijo ella – is that ok? 
Sí Sra. Fagan, todo correc­to – con­tes­té- pro­cu­re no ale­jar­se mucho de esta posi­ción cuan­do cante. 
Lle­va­ba el pelo reco­gi­do y unta­do con aque­lla gra­sa que se usa­ba en la épo­ca. Me dio la sen­sa­ción de que si se pasa­ra la mano por el pelo lo man­cha­ría todo, pero no lo hizo. Les­ter, sen­ta­do a la izquier­da, ten­dría que levan­tar­se y entrar en plano para acer­car su saxo al cen­tro, don­de pusi­mos otro de los micró­fo­nos con pér­ti­ga para poder reco­ger los solos. Me colo­qué jus­to detrás de Holi­day, a una dis­tan­cia pru­den­cial para no estro­pear el plano de nin­gu­na de las cáma­ras, cru­cé mis bra­zos y dis­fru­té con lo que hacía aque­lla gen­te. Empe­za­mos a las cin­co. Tam­bién recuer­do otro deta­lle... el olor a marihua­na... allí fumó has­ta el apuntador.

 

MRM — Blackbird

Micro­rre­la­to musical

Crosby, Stills & Nash — Blackbird

Cuan­do cono­cí a tu madre pen­sé que, en aquel ins­tan­te subli­me, el mun­do había lle­ga­do a su máxi­mo nivel de per­fec­ción. Ella mira­ba al cie­lo como ena­je­na­da, pues una serie de nubes tren­za­ban capri­cho­sas figu­ras por enci­ma de nues­tras cabe­zas y un sol más rojo que naran­ja las colo­rea­ba con mora­dos y azu­les mori­bun­dos... a pun­to de con­ver­tir­se en noc­tur­nos. Ador­na­da con orquí­deas y flo­res de jaz­mín en el pelo, sos­te­nía con sus dedos sua­ve­men­te entre­la­za­dos un rami­lle­te de pere­jil, sal­via y tomi­llo. El inten­so aro­ma de sus flo­res se unió al de la mez­cla de taba­co per­fu­ma­do que yo fuma­ba en una peque­ña pipa de sán­da­lo que aca­ba­ba de com­prar aque­lla mis­ma tar­de. Me que­dé petri­fi­ca­do. De mis labios col­ga­ba la pipa y por muy poco no se hun­dió en el barro que pisá­ba­mos. Ella la cazó al caer. Se dio cuen­ta, al bajar la vis­ta del cie­lo, que jus­to delan­te tenía a otro ena­je­na­do que había per­di­do el con­trol de sus pro­pios labios.

Tomó la peque­ña pipa y fumó...

–Sabe a sán­da­lo – me dijo.

Aque­llas fue­ron sus pri­me­ras pala­bras y para cuan­do me qui­se dar cuen­ta... habían pasa­do horas... Crosby, Stills and Nash toca­ban enton­ces su ver­sión de Black­bird. No he vuel­to a pasar una sola noche lejos de ella.

http://www.youtube.com/watch?v=BxUG5AiHgdo

Colaboración con Puratura — Pantera

Para fina­li­zar la serie de cola­bo­ra­ción con Almu­de­na M. Cas­tro de Puratura.com, aquí está el últi­mo clip gra­ba­do en el estu­dio de Manuel Galán, Pro­duc­cio­nes Agui­jón... La sies­ta de la pan­te­ra, rosa... la mis­ma can­ción que Belén Gope­gui men­cio­nó en su nove­la Acce­so no auto­ri­za­do.

 

https://www.youtube.com/watch?v=7AGo-HHS9Zk

A títu­lo per­so­nal, ha sido un autén­ti­co pla­cer colaborar/trabajar con estas tres exce­len­tes per­so­nas... cier­to es que con Manuel y Patri­cia Gon­zá­lez ya tenía roda­je y sabía de ante­mano que lo dis­fru­ta­ría; con Almu­de­na ha sido la pri­me­ra vez que los tres hemos hecho algo y, sin­ce­ra­men­te, así da gus­to. Todo por puro pla­cer y amor al Arte.

Lue­go ya, para gus­tos los colo­res... pero ahí que­da. A quien le pue­da gustar/interesar, aquí va nues­tro últi­mo clip mano a mano. Espe­ro que poda­mos rea­li­zar más pro­yec­tos de estos en el futu­ro. Repi­to, así da gusto.

MRM — Fresh & Fine

Micro­rre­la­to musical

Ella Fitzgerald & Louis Armstrong, Oh Dey’s so Fresh & Fine

Se sin­tió algo inti­mi­da­da al tener que fir­mar aquel papel, pero el depen­dien­te no le deja­ría hacer la reser­va sin una fir­ma. Dudó por un ins­tan­te... no tenía cla­ro qué nom­bre poner, temía ser des­cu­bier­ta... pero le gus­ta­ban tan­to que, a pesar de saber que no sería capaz de com­prar­los jamás, le hacía ilu­sión hacer una reser­va a su nom­bre. Así, sin más. De modo que no uti­li­zó el nom­bre por el que todos la cono­cían en la ciu­dad, pre­fi­rió uti­li­zar el de casa... Sra. L. Mae. 
— ¿Cómo dijo que se lla­ma­ban? – preguntó. 
El dise­ña­dor lla­mó Straw­be­rries a la pare­ja por sus dos gemas rojas, en honor a Porgy & Bess... ya sabe, «dey’s so fresh and fine, just off the vine». 
— Son ver­da­de­ra­men­te pre­cio­sas... – res­pon­dió con voz quebrada. 
Sin más dila­ción fir­mó el papel y se dis­pu­so a mar­char­se con toda natu­ra­li­dad. Al salir de la tien­da dejó des­li­zar por el mos­tra­dor la pal­ma de su mano izquier­da enguan­ta­da... le cos­ta­ba tan­to tener que salir de aquel sitio que ocul­tó su mira­da entris­te­ci­da bajo unas enor­mes gafas negras, sacó del bol­so una lar­ga boqui­lla negra e inser­tó un ciga­rri­llo al final. 
— Ha sido usted muy ama­ble, gra­cias – dijo.