Esa extraña fruta

Su madre se que­dó emba­ra­za­da a los 13 años. De niña, ingre­só en un refor­ma­to­rio antes de haber cum­pli­do 10 y aban­do­nó la escue­la a los 11 para tra­ba­jar jun­to a su madre en el East Side Grill.

Al lle­gar a casa un día... la madre encuen­tra a Wil­bur Rich vio­lan­do a la niña... con tan solo 11 años. La ingre­san nue­va­men­te en el refor­ma­to­rio pero, en esta oca­sión, como medi­da de pro­tec­ción en el caso de vio­la­ción. Sale con 12 años.

Ambas, madre e hija... empe­za­ron enton­ces a vivir y tra­ba­jar para una madam. Al cabo del tiem­po, la madre deci­de pro­bar suer­te en Har­lem (Nue­va York) dejan­do atrás a su hija.

Heroi­nó­ma­na per­di­da y entre­ga­da a las vicios ‑según Gil­bert Millstein‑, falle­ce con 44 años en la habi­ta­ción de un hos­pi­tal cus­to­dia­da por la poli­cía... a pesar de estar mori­bun­da, se encon­tra­ba bajo arres­to por pose­sión de dro­gas. Per­ma­ne­ció bajo cus­to­dia en el hos­pi­tal has­ta que falle­ció debi­do a una cirro­sis hepá­ti­ca. Murió con 0,70 dóla­res en el ban­co y 750 en su bol­so... el pago de una revista.

Fue impac­tan­te su belle­za pero... se redu­jo físi­ca­men­te a una peque­ña y gro­tes­ca cari­ca­tu­ra de sí mis­ma. Gil­bert Mills­tein (The New York Times).

No son más que pin­ce­la­das de la vida de... esa extra­ña fru­ta...

Hay un ras­tro en esos ojos de amar­gu­ra... de aban­dono... de sole­dad... de dolor... de incer­ti­dum­bre... de depen­den­cia... de mie­do... de genia­li­dad... de vida y reali­dad... de sen­ti­mien­to e infan­cia pro­fa­na­da.  Se atis­ba un ras­tro de la dig­ni­dad que tie­nen las víc­ti­mas vita­les... aque­llas que lo son por el mero hecho de haber naci­do. Hay un ras­tro de noches de tor­men­to y amor des­en­fo­ca­do... mal corres­pon­di­do. Hay un ras­tro de... Elea­no­ra Fagan... Billie Holiday.

La mira­da... el sem­blan­te... «esa extra­ña fru­ta que cuel­ga de los árbo­les y hue­le a car­ne que­ma­da»... (can­ción Stran­ge Fruit) ¿Quién podría inter­pre­tar mejor esa tru­cu­len­ta letra? Cuan­do con doce o tre­ce años tra­ba­jas para una madam jun­to a tu madre... ¿qué más lec­cio­nes te pue­de dar la vida?

Todo en el sem­blan­te de esta mujer indi­ca... «estu­ve allí... qué sabréis voso­tros»... inclu­so se intu­ye un lige­ro matiz cíni­co en esa ceja izquier­da levan­ta­da... al esti­lo... «can­to para voso­tros... malas bes­tias... pero qué sabréis de la vida, sen­ta­dos en esa buta­ca vien­do como me hier­ve la sangre»...

 

Y enton­ces resul­ta... que hay quien dice que algu­na que otra can­tan­te... podría ser... «la nue­va Billie Holi­day»... no pue­do evi­tar pre­gun­tar­me... ¿y qué demo­nios tie­ne esa gen­te en la san­gre para afir­mar tal cosa?

El pri­mer caso fue el de Corin­ne Bai­ley Rae -hace años ya-... se la com­pa­ra­ba con... Billie Holi­day... cla­ro... sin duda, la simi­li­tud es abru­ma­do­ra... qué duda cabe!! (nóte­se el tono irónico)

No mere­ce más comentarios.

La últi­ma com­pa­ra­ción y qui­zá más difu­sa... la «Betty la fea» de la músi­ca... aque­llo que nos quie­ren ven­der como el pati­to feo veni­do a más... el sue­ño hecho reali­dad... la joven des­orien­ta­da que al can­tar se con­vier­te en el cisne...

Pues menu­do cis­ne. Esta actua­ción de Winehou­se creo que es bas­tan­te repre­sen­ta­ti­va. Esta mucha­cha no es más vicio­sa que Holi­day... y, des­de lue­go, no ha teni­do una vida ni la mitad de tru­cu­len­ta que «Lady Day»... y, sin embar­go... bas­ta con escu­char los jadeos del públi­co... la locu­ra... el fer­vor... ¡lle­ga el mito! «Betty la fea» de la músi­ca entra en escena...

Pero... ¡ops!... vaya... que resul­ta que es una per­so­na enfer­ma con la que la indus­tria quie­re hacer pas­ta!! cachis... pen­sá­ba­mos que era la nue­va Billie Holiday.

Aca­so... ¿se es mejor artis­ta por ser más vicio­sa? ¿por dro­gar­se más? Esa ima­gen de enfer­ma... ¿ven­de? Qué cosas tie­ne la indus­tria musi­cal. Siem­pre erran­do el tiro. ¿Erran­do?... En lo que a fac­tu­rar se refie­re, rara vez se equi­vo­can... cla­ro que ven­de. Pero eso es lo úni­co que hace... ven­der. ¡Será posi­ble!... Billie es gran­de por todo... por el cómpu­to glo­bal de su vida... su cara, su expre­sión facial es una hue­lla dac­ti­lar... con o sin dro­gas. Lo demás... son jugue­tes rotos. A los que se jadea por ósmo­sis. Una pena por­que... sí, son jugue­tes rotos que podrían dar mucho de sí en tér­mi­nos artís­ti­cos ‑qui­zá... quién sabe-.

Pero... con todo... a Billie Holi­day no se la jadea... es ella la que te hun­de en la buta­ca... es ella la que te deja sin reac­ción, la que te inha­bi­li­ta... la que te desarma.

Holi­day can­ta... el res­to escu­cha. Punto.