Hay cosas que los castellano-parlantes jamás entenderemos o, por lo menos, no están a nuestro alcance… una de esas cosas son: las telenovelas. Lo hemos intentado… pero nada… que no hay manera. Parece que la telenovela —o mejor dicho, la novela televisada— no es un género que se pueda cultivar en aquellos sitios en los que se hable castellano. Hubo alguna respetable excepción… pero sin mucha continuidad en el tiempo. En castellano, decir telenovela es sinónimo de basura total y absoluta. Una pena.
Los reyes de la novela televisada son, sin lugar a dudas, los brasileños. En esta cuestión no hay lugar a discusión. Claro que, para poder debatirlo, conviene conocer bien la diferencia entre las novelas televisadas en portugués o en castellano.
Para que nos entendamos, la diferencia entre una novela brasileña y una de cualquier otro país que produzca material en castellano —incluida España— sería la equivalente a esta comparación musical:
Demoledor.
Y las razones son tan evidentes que también resultan demoledoras. Hace décadas, en Brasil se consideró que su riqueza cultural —incluido el idioma— debería ser accesible para todo el mundo… incluido el individuo más abandonado de la favela más pobre del lugar. Las políticas del ministerio de cultura en general, a lo largo de estos años, han ido enfocadas a difundir, transmitir y culturizar a todas las personas… incluidas aquellas que se encuentran en condiciones más desfavorecidas. ¿Cómo puede un ministerio extender la cultura por estas personas?... evidente… la televisión. Décadas de arduo trabajo han dado su fruto, sin ningún lugar a dudas.
Los movimientos culturales procedentes de Brasil que percibimos los castellano-parlantes no son mera casualidad… son el fruto de un larguísimo trabajo… una constancia admirable, tenaz y contundente. Se podría decir que no todo lo que sale de Brasil es perfecto —también tienen mucha basura mediática, qué duda cabe— pero desde luego han hilado mucho más fino que el resto… y esto no es una mera afirmación, se puede demostrar y argumentar.
Brasil es admirable por infinidad de factores pero, sin duda, el cultural es uno de ellos. ¿Cómo es posible que el único país de habla portuguesa en el continente americano saque tanta ventaja al resto de países en algunos aspectos culturales? Habrá quién esté más de acuerdo o menos… pero la ventaja la tienen. ¿Por qué? Las políticas de cultura a lo largo de los años han tenido bastante que ver. Cierto es que en términos estrictamente literarios, todos los países suramericanos están muy equiparados… unos más, otros menos… pero en lo que atañe a hacer dicha cultura accesible a la gente sin formación… los brasileños se llevan la palma de oro.
En Brasil, se quiso hacer accesible dicha literatura a los ciudadanos, de otra manera… un buen ejemplo de ello —y mítico— fue Gabriela, cravo e canela (Gabriela, clavo y canela, de Jorge Amado). La telenovela era… precisamente eso… una novela televisada. El objetivo era conseguir transmitir aquella obra a las personas que no leerían un libro… pero sí se sentarían ante el televisor todas las noches para ver a la impresionante Sonia Braga —huelga decir que el público masculino moría por aquella Gabriela… ¡qué menos!—.
Ya lo dice el primer comentario del youtube sobre este último vídeo: quando uma mulher consegue ser bonita com o sovaco peludo é porque ela é bonita de verdade. Encima y por si fuera poco la banda sonora de Antonio Carlos Jobim —nada más y nada menos— daba aún más enjundia a la teleserie… una delicia que disfrutaron brasileños y portugueses como niños pequeños.
Tanto, que mi madre me contó que cuando se emitía la serie Gabriela, clavo y canela en Portugal, de 20:30 a 21:00 en 1975/76, los diputados de la Asambleia da República —lo equivalente en Portugal al congreso de los diputados— paraban la sesión para hacer un descanso y ver el capítulo de la serie. Esto es verídico, cualquiera que tenga relación con un portugués que anduviera por Portugal en esa época podrá confirmar este asunto. Los portugueses, dicho sea de paso, han sentido en sus carnes estas telenovelas como si les fuera en la sangre… y en cierto modo así era. La unión de Brasil y Portugal va más allá del idioma… y que nadie lo dude, las telenovelas brasileñas han hecho mucho por esa unión. Desde que empezaron, jamás han dejado de ser emitidas en el país vecino… cualquiera podrá confirmar este asunto.
Los niños, por ejemplo, disfrutábamos de una obra archiconocida… O Sitio do Picapau Amarelo —el Sitio del Pájaro Carpintero Amarillo—. En los créditos se podía leer… Adaptação da obra de Monteiro Lobato… y música de… ¡Gilberto Gil! (prometo elaborar algún día un post sobre la música brasileña dirigida al público infantil… de lo mejor que se ha hecho sin lugar a dudas!!)
Pero lo mío… es más algo personal con una maravillosa e inolvidable telenovela… Roque Santeiro. Solo recordar ese nombre me trae a la memoria mi infancia al completo como una avalancha. Es muy difícil explicar los matices de estas series… pero, en definitiva, hablamos de teatro… puro teatro… arte, unos actores como los que no hay en ningún sitio. El idioma limita puesto que no es inglés o castellano y, por tanto, no se aprecia en plenitud a estos figuras más que en los países de habla portuguesa... pero pongo la mano en el fuego, no hay actores como los brasileños; no sé si es por una cuestión de haber cultivado el género desde hace mucho tiempo, no sé si es por una cuestión de formación… pero no hay actores más sinceros, verosímiles y buenos que estos tipos. Una vena cómica muy peculiar, propia de la cultura brasileña, deliciosa… una imaginación muy sobresaliente. Dan mil vueltas a todo pero, no sé si por suerte o desgracia… al final los únicos que disfrutan de estas cosas son los propios brasileños o portugueses. Doblar a un actor/actriz brasileña es como tener sexo utilizando siete preservativos al mismo tiempo. En serio.
Y claro, para captar los matices… también es necesario tener un dominio potente de la cultura y el idioma. Al igual que para hacerlo con la música, la bossa, etc. Es una lástima, porque medio mundo no sabe lo que se pierde. Con la música es relativamente más fácil… a fin de cuentas, una canción no deja de ser un lenguaje universal —más o menos—. El hecho de que Aguas de Março esté en portugués, no es impedimento para que acabase siendo convertida en estándar de jazz… eso sí… al final, siempre se acaba traduciendo… incluso teniendo en cuenta que una canción se hace y concibe para un idioma en concreto. Es lo que hay.
En el último capítulo de Roque Santeiro… Brasil se paralizó. Lo mismo sucedió con Portugal. Era otra historia. En el resto de países de Suramérica intentaron lograr el mismo éxito que las novelas brasileñas pero nada… burdos sucedáneos de las originales. En otros países no se supo orientar la producción de este formato. Y, además, hay que tener en cuenta que costó mucho tiempo y esfuerzo consolidar esta industria en Brasil… pero nada sucede por casualidad o, al menos, no en este caso.
Aquellos burdos sucedáneos pudieron ser Cristal, por ejemplo —del mismo año que Roque Santeiro—…
Esto solo se puede detectar si se ha sido testigo de AMBAS novelas… hoy, casi treinta años más tarde… no hay duda. Ni color. Las diferencias de calidad en términos interpretativos, de argumento, de presupuesto, artístico, musical, etc… son descomunales. Tanto, que me decidí a escribir este post porque, con el paso de los años, sigo sorprendido con las diferencias. Aquel germen inicial estableció dos paradigmas para emitir novelas televisadas: el cutre y el bueno.
Los programadores en España y otros países de habla castellana, en aquel preciso momento se dieron cuenta de que las diferencias eran abrumadoras, e intentaron algún conato de entrar en el ‘mercado’ de telenovelas brasileñas… ¿alguien recuerda Dona Beija?
Pero claro… como no… ¡se dobló! Cagada descomunal, como de costumbre.
Se cargaron la serie como está mandado. Y las series brasileñas desde entonces no tuvieron gran difusión gracias a la feliz ocurrencia del doblaje. También se ha doblado Terra Nostra, actualmente está siendo emitida en algún canal que no recuerdo… exactamente el mismo estropicio que con Dona Beija. Sin complejos.
Por tanto, tengo la sensación de que ese peculiar mundo de las telenovelas brasileñas, auténticas obras de arte en ocasiones, antítesis del concepto ‘telenovelesco’ que tenemos en castellano, será siempre agua y aceite. Jamás podremos disfrutar de los aciertos de la industria brasileña en ese terreno… ¡ojo! Que no todo han sido aciertos… hay mucha morralla, ya que con los años la industria se consolidó de tal manera que se han producido cosas de todo tipo, pero desde luego… el terreno del arte dramático es terreno brasileño. Y de tantas otras representaciones artísticas, qué duda cabe.
Por aquí, en nuestras producciones... creo que no hemos sabido hacer lo mismo que los brasileños. En mi modesta opinión sí hubo un muy respetable caso... Los Gozos y las Sombras, ahora disponible online gracias a la maravillosa página de RTVE. Una adaptación de la novela de Gonzalo Torrente Ballester. Muy buena adaptación, en mi opinión.
En aquella época se hacían cosas muchísimo mejores que las que se hacen hoy día... menos recursos sin duda... aplicados de manera más honesta. Es esto, quizá, lo que echo más de menos... la honestidad en la producción de contenidos. La misma que me he encontrado en The Wire*, salvando las distancias espacio-temporales. Estos contenidos en el fondo, son un fiel reflejo del pie del que cojea la sociedad en ese momento. Aquí hemos cedido el espacio televisivo a las hienas... al comercio, a la basura. Los brasileños se reservaron su pequeño derecho a difundir cultura hacia todos los sectores de la población... sin olvidarse de nadie. Funciona en unos casos, no funciona en otros... perfecto... pero algo hace.
Me despido con el Hombre Lobo de Zé Ramalho... aquel momento de la telenovela Roque Santeiro de la cual nos acordaremos muchos que por aquel entonces eramos niños... coincidía con la época del Thriller de Michael Jackson... y claro... la imaginación echaba a volar!!
Misterios da meia noite...
*.-Pd.- Decidí escribir este post a raíz de ver una de las mejores series que he visto en los últimos tiempos… The Wire… altamente recomendable. Alguno pensará… ¿y qué tendrá que ver una cosa con la otra? A buen entendedor pocas palabras bastan. Si se hace necesaria la explicación, mejor me la guardo… porque no merece la pena.