Motivos y razones por las cuales opino —y es algo muy personal— que la cantante Adele no es para tanto... la euforia que genera es algo sintética.
Para exponer mi razonamiento, primero convendría tener claro el significado de un concepto: pornografía.
Según la Real Academia Española…
pornografía.
(De pornógrafo).
1. f. Carácter obsceno de obras literarias o artísticas.
2. f. Obra literaria o artística de este carácter.
3. f. Tratado acerca de la prostitución.
Y también…
obsceno, na.
(Del lat. obscenus).
1. adj. Impúdico, torpe, ofensivo al pudor. Hombre, poeta obsceno. Canción, pintura obscena.
Pero hoy en día, pornografía y obscenidad ya no se limitan a esos significados… habría que redefinir el concepto de «pornografía» para utilizarlo en esta entrada. Dentro del mundo pornográfico, existe toda una industria que genera más de 97.000 millones de dólares anuales de beneficio. La pornografía producida en EEUU es sustancialmente distinta a la que se produce en otras partes del mundo. Digamos que, la industria y los efectos especiales —como de costumbre— están allí. La pornografía americana es un paradigma muy peculiar y útil para explicar muchos aspectos de la realidad —por increíble que pueda parecer—. Me explico.
En la pornografía europea, por ejemplo, los actores son relativamente guapos… lo son, pero no son perfectos… dan una sensación de normalidad, de cotidianidad. A veces, esa «tara» se pretende contrarrestar con prácticas más extremas, de tal forma que siga encontrando un nicho de mercado —si es que lo debemos denominar así en este caso— dentro de los consumidores de pornografía del mundo. La pornografía japonesa podría ser, quizá, otro paradigma… sus prácticas llegan a rozar el surrealismo y el absurdo… perversiones que emanan de una sociedad repleta de códigos protocolarios. En EEUU todo cambia… allí es donde las industrias se emancipan y vuelven extremas. Y tan extremas. Siempre con el afán de ser los mejores y lo «más» en todo, los yanquis consiguen volverse extremos hasta el punto de alcanzar el absurdo. E ahí lo curioso del paradigma: la búsqueda de lo más rentable/óptimo por parte de una industria.
Mujeres que se acuestan con seiscientos hombres (verídico), negros con mástiles de ébano haciendo lo que les place con mujeres blancas y pequeñas, cuerpos esculturales… mujeres postizas, no postizas, jóvenes, viejas, tipas como la vecina de enfrente… todos/as haciendo cosas que le llevan a uno a pensar: madre mía lo que hace el dinero. ¿Sería capaz la vecina de hacer ESO y ASÍ con ocho tipos hormonados hasta las cejas? Enigmas de la vida. Hay infinidad de casos paradigmáticos dentro del mundo de la pornografía yanqui… John Holmes —34/38 cm—, Linda Lovelace —Deep Throat—, Peter North, Lex Steele, Savannah, Belladonna, Sacha Grey… en fin.
En el mundo del motor, los yanquis lo reflejan bien con esto:
Dar vueltas a un circuito ovalado sin parar… a ver quién lo hace más rápido. Punto. La contrapartida europea es el rally o Fórmula 1… llena de curvas y estrategias, con muchos más matices. Digamos que lo que en EEUU es músculo, potencia sin más, en Europa es más complejo… más profundo. Luis Eduardo Aute dice que el amor ha quedado relegado a un mero ejercicio gimnástico sobre las sábanas. Se puede decir más alto, pero no más claro.
De ahí el uso que últimamente le damos al concepto «pornográfico»… algo pornográfico ya no es solamente aquello relativo a la pornografía… ahora pornográfico se puede utilizar en referencia a algo que estéticamente es correcto o muy bueno —cumple con creces las expectativas, incluso las supera—, pero que carece de una parte muy importante… alma/sentido común/razón de ser. O, el alma en cuestión, es demasiado postiza… de Pladur, de yeso, ficticia… falsa, capciosa… propia de la cultura de la inmediatez en la que andamos inmersos, cuando no es abiertamente obscena, como en la pornografía original. Por esta regla de tres, cabe constatar aquello que puede ser considerado como el mayor pornógrafo de la actualidad: el marketing… cuyo objetivo es convertir todo lo que toca en apetecible y aceptable. Hasta los políticos tienen a especialistas en marketing como asesores de imagen… ¿puede haber algo más elocuente? Todo lo que recibimos por los medios de desinformación hoy en día es, a priori y por si las moscas, pornografía… luego se verá.
Carme Chacón es pornografía. Ana Botella es pornografía. Céline Dion es pornografía. Mónica Naranjo es pornografía. Esteban González Pons es pornografía. Tele Circo es pornografía. Ana Rosa Quintana es pornografía —esta, además, de la soez y depravada—. María Teresa Campos es pornografía. Antena 3 es pornografía. Los Manolos futboleros son pornografía —esta roza el delito—. Obama es pornografía. Todos los presidentes de los EEUU son un paradigma pornográfico, que cumple con ciertos parámetros de estética pública, para luego sodomizar a la ciudadanía. Los presidentes de gobierno de España ya fueron menos pornográficos, pero desde Aznar, todo ha ido in crescendo: Zapatero ha sido más pornográfico que Aznar, y cabe esperar que Rajoy acabe siendo más pornográfico que Zapatero… ley de mercado. En definitiva la existencia que nos rodea, por desgracia, es cada vez más pornográfica… y el ciudadano de a pie no se da ni cuenta. Despiste no exento de peligros, dicho sea de paso.
Entonces llegamos a Adele.
En primer lugar, es imprescindible dejar claro que esta artista tiene una voz excepcional, sin duda. Cumple toda una serie de parámetros sin los cuales, no podría llegar a donde ha llegado… encumbrada por el sistema e industria… vende. Y vende, porque a la gente le gusta la pornografía. Lo estéticamente perfecto… pero falto de algo —un algo que es más difícil de hilvanar y descubrir—. Hasta las letras de sus canciones son pasables… alguna incluso bastante buena. Vamos… que lo cumple todo… pero…
Por lo general, en los tiempos que corren se debe tener cuidado con todo aquello que emane euforia de masas… no por nada, puede ser tan bueno como cualquier otra cosa o más… pero si llega a la masa, puede llevar trampa… suele pasar. Con más frecuencia de lo que parece.
El marketing juega siempre con parámetros muy concretos… Adele es, en sí misma, la confluencia de varios… Una «chica de complexión fuerte» —así definiría un publicista en una rueda de prensa el perfil físico de la cantante… en el brainstorming privado y previo, antes de crear el producto, dirían: necesitamos a una gorda que cante bien, la gente suele asociar peso con buena voz, de modo que ahí tenemos un mercado (lo siento, es triste, pero así funcionan las cosas; es así de absurdo)—. Además, queremos abarcar un determinado sector amplio de mercado, y para ello necesitamos una estética concreta… la imagen relativamente retro confiere un aire de solemnidad y elegancia al producto que será fácilmente exportable. ¿Alguien imagina a Adele vestida con un bikini tipo Lady Gaga, medio en bolas en el escenario? Pues eso… nada sucede por casualidad. Lady Gaga se despelota porque cumple una serie de estereotipos… todos ellos dirigidos a un sector determinado de mercado. Del mismo modo que Adele cumple otros, y se canalizan hacia su sector correspondiente. Estamos ante una industria, y las cosas no suceden por casualidad. Evidentemente. Lo malo es que es una industria de algo que se pretende defender como Arte… y no dudo que así sea. Pero es «pornografiar» el Arte. No se puede tener nada en contra de Adele… es guapa, elegante, cumple, llega… pero es que por increíble que parezca, no hay mucho de excepcional en esta muchacha… los barrios están llenos de Adeles… La industria pretende convencernos de que estas personas son excepcionales… ¡es su negocio! ¡es su producto! Nadie dice que lo que hagan sea malo… desde luego cumple con las expectativas, las supera incluso… pero no es excepcional. Ni mucho menos. Adele NO es excepcional. Hay infinidad de muchachas —Adele tiene 23 años—que tienen una voz como la de Adele, o peor, o incluso mejor… y están por todas partes. Muchas que no lo saben.
En España este paradigma ya se quiso explotar con Rosa López, o Rosa de España. Es exactamente el mismo paradigma que se utiliza con Adele —salvando diferencias culturales y distancia—… pero no funcionó. Con Rosa la industria se topó con un problema… tenía corazón, sentimientos… y no era capaz de aguantar toda la basura del mundillo. Tuvo que poner un pie atrás en más de una ocasión por lo que parece, y relajar el ritmo… no todo el mundo vale para ser un instrumento de la industria. Y eso habla muy a favor de Rosa… de la que se intuye que podría ser buena persona, sensible y, en cierta forma, víctima de la «pornificación» de la industria artística en España. Aunque a mi lo que hacía no me gustaba lo más mínimo, pero esa es harina de otro costal y no entraré en ello ahora... dejaré el fenómeno Operación Triunfo para otra ocasión. Con Adele, sencillamente, ha funcionado. Ni más ni menos. Su imagen de mujer sensible, frágil, su voz, su complexión, su estética… todo funciona —en su caso, podría no funcionar en otros—.
Pero hay cosas, que NO son pornografía… aunque incluso pueda parecer lo contrario. Por ejemplo… esto…
Tina Turner tenía aquí 32 años… un escenario extremadamente modesto… los efectos especiales consisten en un tipo con un foco abriendo y cerrando el diafragma… pero… ella sola destroza generaciones posteriores de cantantes femeninas… establece el listón tan alto, que es muy difícil no identificar lo bueno y lo malo después de esto. Sentencia de muerte para lo mediocre. Es como beber buen vino… una vez que se empieza, estás perdido… todo lo que bebes de ahí en adelante es una porquería. Ni siquiera Beyoncé, en la cresta de la ola, pudo superar aquella actuación… por mucho que lo intentara. Era imposible y temerario por su parte intentarlo. La realidad es que la actuación con Ike Turner… aquel Proud Mary, fue insuperable. Sin duda. No solo por ella, también por los músicos, por las bailarinas… ¡que son el infierno en llamas! Pero, curiosamente… nada de lo que hacen es pornográfico —en el sentido que se pretende en este artículo—.
Beyoncé es histriónica… muchas luces, mucho movimiento… mucha coreografía… muchos músicos —muy buenos, seguro—… y nada. Una voz absolutamente descafeinada, sin los ovarios de la señora Turner. De hecho, Beyoncé grita… no canta. Es tan difícil discernir el mero grito de lo que no lo es. Un tema controvertido, en el que no entraré de momento. Lo que está claro es que Tina Turner te desgarra las entrañas con el Proud Mary… y Beyoncé te hace cambiar de canal. Beyoncé es una niña mimada de la industria… su voz parece incluso adolescente, no dice absolutamente nada… le falta cocer… Tina Turner con 32 años ya se había recorrido la geografía entera de los EEUU junto a Ike Turner… que le pegaba unas palizas de espanto… ¿es que acaso se pueden comparar ambos paradigmas? Lo siento… pero no. Beyoncé puede mover las caderas y la melena todo lo que quiera… jamás llegará a la diezmillonésima parte de lo que fue Tina en un escenario. Además… Proud Mary habla de un barco antiguo de finales del XIX subiendo el río Misisipi… Tina es capaz de hacer sexy lo impensable. ¡Qué potencia!
Adele… Winehouse —de la que ya se habló antes en este blog; se la comparó mucho con Billie Holiday… ¡otro despropósito de comparación!—, Lady Gaga, Beyoncé… todo pornografía… cualquier bailarina de Tina Turner las supera con creces. Es triste pero cierto. Y repito, nadie dice que sean malas… todo lo contrario… Es igual que en la pornografía original se ven bellezas impresionantes —masculinas y femeninas— haciendo gimnasia como si no hubiese un mañana… pero nada más. Cuando Tina Turner da palmas y arenga a un público absolutamente en estado de shock por su actuación —ni se levantan del asiento—, consigue hacer historia… aquella actuación es historia de la música. Las otras pueden hacer historia en la industria de la Música, pero no historia en la Música. Se podrían citar infinidad de ejemplos… Celiné Dion quiso cantar AC/DC… pues eso… otro despropósito —por cierto, en el directo con Anastacia, ésta última lleva efecto en la voz, para colmo—.
La versión con sangre en las venas:
Sea como fuere, los juguetes de la industria tienen sus límites. Como todos. E incluso Adele que ha sido un fenómeno desde el inicio, muestra signos de cansancio como se ha sabido recientemente. A la industria le gusta mucho explotar la idea del sueño americano o la cenicienta: alguien que viene de la nada y se convierte en princesa; también lo intentaron con Susan Boyle, pero resultó ser demasiado mayor, fea y sensible —lo que no quita que en muy poco tiempo haya hecho muchísimas cosas—… lo debió pasar mal la pobre mujer, y eso que tiene mejor voz que muchas que se ganan la vida con esto (en ese enlace aparece su famosa intervención, canta una canción cuya letra resulta amargamente simbólica en su caso). Pero la industria es letal, y mientras el Arte no entiende de prejuicios, la industria se forja a base de ellos. Su objetivo es vender, y para ello necesita canalizar todos los prejuicios más comunes para amoldarse a ellos y optimizar su actividad y beneficio —la «pornificación» del marketing—. Por tanto y por extensión, la industria es la síntesis de los prejuicios de un colectivo o masa… algo peligroso pero que, a la postre, ayuda a comprender el núcleo social en el que cada uno de nosotros se desenvuelve y vive. Todo aquello que la industria que nos toca padecer transmita, es lo mismo que vende en nuestro entorno y, en consecuencia, reflejo de todos los prejuicios e ideas preconcebidas que nos rodean. El caso de Susan Boyle es un buen ejemplo. Intentaron explotarlo, pero la mujer no lo aguantaba… ya era demasiado madura. Ha debido padecer momentos muy desagradables y difíciles, mezclados con momentos de autentica euforia personal para ella, como cuando pudo actuar con su admirada Elaine Paige. Vamos, que lo ha debido pasar mal seguro… algo parecido a Rosa López, pero salvando edades y distancias.
Por tanto, en mi modesta opinión —que tampoco es que siente cátedra en nada—, Adele sí… canta bien… pero es otro producto más que carece en gran medida de la veracidad que tenían hace tiempo las voces de por ahí. Y no toda la culpa es de la industria… la industria se amolda y explota lo que gusta, lo que no ni tan siquiera existe. La pornificación del Arte es un hecho y, ahí sí… entra en escena la industria… esa amiga de los niños. Allá cada cual.
PS.- Inesita dice que Adele grita... pero yo ya no generaré más controversia al respecto.