Joni Mitchell, una mujer y la Música

La pri­me­ra vez que escu­ché a Joni Mit­chell mi madre anda­ba por casa, yo me sen­té en el sillón… enchu­fé la tele y encon­tré esto:

Enla­ce al clip aquí, no está auto­ri­za­da la inserción.

Aún joven­ci­to, no cono­cía The Last Waltz… —¡cómo me gus­ta­ría vol­ver a cono­cer­lo por pri­me­ra vez!— Cuan­do Joni sube al esce­na­rio a can­tar Coyo­te tam­po­co me lla­mó tan­to la aten­ción… pero cuan­do ter­mi­nó la can­ción no para­ba de pen­sar… «who tha f… is that woman!?»

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Cultura del Sonajero

Para­dig­ma cul­tu­ral del sona­je­ro, o el Barro­co del Siglo XXI.

La cul­tu­ra musi­cal actual está tre­men­da­men­te some­ti­da al Para­dig­ma del Sona­je­ro… pero… ¿qué es el Para­dig­ma del Sonajero?

En pri­mer lugar y para empe­zar… ¿qué es un sonajero?

Según la Real Aca­de­mia de la Len­gua, sona­je­ro es:

1.m. Jugue­te con sona­jas o cas­ca­be­les, que sir­ve para entre­te­ner a los bebés.

¿Por qué un sona­je­ro entre­tie­ne a los bebés? Evi­den­te­men­te… por­que esti­mu­la los sen­ti­dos. Esto es:

Colo­res.- Esti­mu­lan la vis­ta… la curio­si­dad del niño por los colores
Soni­dos.- Esti­mu­lan el sen­ti­do del oído con el soni­que­te que provocan
Tac­to.- Sus for­mas invi­tan a los bebés a aga­rrar y mani­pu­lar el sona­je­ro por pura curiosidad
Pala­dar.- Una de las pri­me­ras prue­bas que un bebé hace con un sona­je­ro en su poder es lle­vár­se­lo a la boca
Olfa­to.- Igual que con el res­to de sen­ti­dos, el niño expe­ri­men­ta su olfa­to con los sona­je­ros… algu­nos, inclu­so perfumados.

Por tan­to un sona­je­ro es, a fin de cuen­tas, un ins­tru­men­to endia­bla­da­men­te ver­sá­til, capaz de foca­li­zar la aten­ción de un niño por mero con­tac­to; un bebé es capaz de enfo­car todos sus sen­ti­dos hacia un ins­tru­men­to que no tie­ne abso­lu­ta­men­te nin­gu­na rele­van­cia en el mun­do adul­to y, sin embar­go, es capaz de aman­sar a una fiera.

¿Dón­de está la trampa?

Sen­ci­llo… el efec­to de un sona­je­ro dura sola­men­te el tiem­po que duren los efec­tos de sus carac­te­rís­ti­cas sobre el bebé… es decir, el efec­to de un sona­je­ro dura lo que tar­de el niño en inte­rio­ri­zar las cua­li­da­des del jugue­te. Una vez que el bebé ha inte­rio­ri­za­do colo­res, tac­to, olfa­to, sabor y soni­do… jamás vol­ve­rá a tener inte­rés por el mis­mo arti­lu­gio… es un camino sin retorno… es, siem­pre, cono­ci­mien­to adqui­ri­do… en cir­cuns­tan­cias nor­ma­les no se des­apren­de. Sin embar­go… al incre­men­tar algu­na de las carac­te­rís­ti­cas del sona­je­ro, se reac­ti­va la curio­si­dad del bebé ya que, de nue­vo, des­co­no­ce algo que inci­ta a su curio­si­dad natu­ral. En ese momen­to, el niño aca­ba mos­tran­do nue­va­men­te inte­rés y ‘se alie­na’ por un poco más de tiem­po has­ta que… final­men­te… vuel­ve a per­der el inte­rés ya que habrá inte­rio­ri­za­do otra vez más el ‘nue­vo sona­je­ro’. Y vuel­ta a empe­zar. La com­ple­ji­dad de los sona­je­ros se va incre­men­tan­do de mane­ra gra­dual has­ta ter­mi­nar en lo que todos cono­ce­mos como jugue­tes que, una vez más, esti­mu­la­rán el cono­ci­mien­to del niño has­ta que los ten­ga sufi­cien­te­men­te inte­rio­ri­za­dos, momen­to en el cual, per­de­rá el inte­rés… suma y sigue. Nues­tra vida va acom­pa­ña­da de un ince­san­te incre­men­to para­le­lo que par­tió de nues­tros sona­je­ros per­so­na­les.

El sona­je­ro es, por esta­ble­cer un sím­bo­lo, la zanaho­ria delan­te del burro… esa que nos hace mover­nos… la que hace que nues­tra curio­si­dad vaya dan­do un paso tras otro… siem­pre ten­dien­do a más. El pro­ble­ma, es que una zanaho­ria col­gan­do de un palo es útil para un burro… pero no para el hom­bre… por­que el hom­bre una vez que la haya inte­rio­ri­za­do —ya se bus­ca­ría las cas­ta­ñas, pues­to que es inte­li­gen­te, para sacar­la de la pun­ta del palo y poder comér­se­la— no se vol­ve­rá a mover con una zanaho­ria. Habría que ir incre­men­tan­do el gra­do de ‘enig­ma’ pro­vo­ca­do al burro… per­dón, al hom­bre en este caso.

Por tan­to… los sona­je­ros —y las zanaho­rias—, evo­lu­cio­nan con nues­tro cre­ci­mien­to… en caso con­tra­rio, aún esta­ría­mos aga­rra­dos a nues­tros sona­je­ros infan­ti­les; cosa que podría fun­cio­nar con un ser no racio­nal… por suer­te o des­gra­cia, no es nues­tro caso. Nues­tra curio­si­dad es la gaso­li­na que todo lo mue­ve; la curio­si­dad es un buen indi­ca­dor del gra­do de inte­rés e inquie­tud de una men­te al uso.

SIN EMBARGO

en nues­tro caso —en el caso del ser Humano, no en el del burro— alcan­za­mos un pun­to en el que entra­mos de lleno en lo que Pia­get deno­mi­nó pen­sa­mien­to abs­trac­to; en la ado­les­cen­cia nues­tro cere­bro ya no se con­for­ma con las ope­ra­cio­nes for­ma­les… empie­za a rizar los argu­men­tos… a ima­gi­nar, a abs­traer­se… ¿qué es el Arte… no es aca­so una serie de abs­trac­cio­nes del pen­sa­mien­to? Ahí es don­de los huma­nos supe­ra­mos a los burros… al final, con suer­te, nos inde­pen­di­za­mos de los sona­je­ros o, si se pre­fie­re, nos cons­trui­mos nues­tros pro­pios sona­je­ros… nos trans­for­ma­mos en due­ños y seño­res de nues­tras inquie­tu­des. O… ¿qui­zá no?

Vivi­mos en la Cul­tu­ra del Sona­je­ro. Una fuer­te influen­cia del mer­ca­do sobre los pro­ce­sos de difu­sión del Arte pro­vo­ca que se nece­si­te incre­men­tar cons­tan­te­men­te algu­na carac­te­rís­ti­ca del ‘pro­duc­to artís­ti­co’ difun­di­do. Por tan­to… esta­mos rodea­dos de sona­je­ros por todas par­tes. Tan­to, que al final algu­nos artis­tas aca­ban por con­ver­tir­se en cari­ca­tu­ras de sí mis­mos… rozan­do lo gro­tes­co. Y qui­zá, esos mis­mos artis­tas podrían dar mucho de sí en tér­mi­nos artís­ti­cos —de hecho algu­nos ya lo hacen— sin embar­go… se han some­ti­do a la ‘ley del sona­je­ro’… con­de­nan­do a los con­su­mi­do­res de arte al infan­ti­lis­mo —por no desa­rro­llar su capa­ci­dad de abs­trac­ción— y con­de­nan­do tam­bién a su pro­pia pro­duc­ción… ya que todo lo ‘sona­je­ro’ está pre­des­ti­na­do a ser efí­me­ro… ¿recuer­dan? Cuan­do un niño ya ha inte­rio­ri­za­do el sona­je­ro… jamás vuel­ve a inte­re­sar­se por él.

Lo mis­mo pasa con la Cul­tu­ra, los medios de comu­ni­ca­ción, etc… La des­hu­ma­ni­za­ción de la socie­dad —el hecho de some­ter­se úni­ca­men­te a un mode­lo de fun­cio­na­mien­to mer­can­til— pro­vo­ca que cada vez ten­ga­mos menos capa­ci­dad de abs­trac­ción; los ciu­da­da­nos cada vez esta­mos más alie­na­dos y se nos pre­pa­ra para abor­dar un mun­do alta­men­te espe­cia­li­za­do sin abs­trac­ción de pen­sa­mien­to algu­na… todo va enfo­ca­do a la opti­mi­za­ción de una pro­duc­ti­vi­dad que, sin dejar de ser impor­tan­te, se con­vier­te en un cán­cer metas­tá­si­co… ya que aca­ba por reali­men­tar el defec­to de los ciu­da­da­nos —tor­pe­za en su capa­ci­dad de abs­trac­ción— que dará fin en últi­mo caso a su pro­pia razón de ser (la pro­duc­ti­vi­dad en un mer­ca­do cul­tu­ral no ten­drá nin­gu­na razón de ser si aca­ba estan­do rodea­da de burros; una lás­ti­ma… pero así es; si los burros die­ran el mis­mo jue­go, no habría más que hablar).

Es pre­ci­sa­men­te por ello que nues­tra pro­duc­ti­vi­dad no es ópti­ma… es, de hecho, más bien defi­cien­te. Es algo evi­den­te… no se es más pro­duc­ti­vo por tra­ba­jar más horas… si no por tra­ba­jar­las mejor. Menos horas, pero más pro­duc­ti­vas, mejor gestionadas.
Y esto afec­ta… evi­den­te­men­te, a la Música.

Hay tres can­cio­ne­ros alta­men­te envi­dia­bles en el mun­do… no son los úni­cos, pero sí es posi­ble que sean los más exten­sos y ricos en lo que a músi­ca con­tem­po­rá­nea —más o menos recien­te— se refie­re; a saber: el bra­si­le­ño, el cubano y el nor­te­ame­ri­cano. Tres pila­res fun­da­men­ta­les de la Músi­ca en el siglo XX y con total segu­ri­dad tam­bién del siglo XXI. Huel­ga des­ta­car las vir­tu­des del can­cio­ne­ro bra­si­le­ño, cosa que ya hemos hecho en más de una oca­sión y, pro­ba­ble­men­te, se hará más veces en el futu­ro; Los nor­te­ame­ri­ca­nos, como en todo, son capa­ces de lo mejor y de lo peor en el mis­mo paque­te. Un buen ejem­plo de ello es el fes­ti­val ‘sona­je­ro’ por exce­len­cia de la indus­tria musi­cal nor­te­ame­ri­ca­na actual: MTV Video Music Awards. Sona­je­ro tras sona­je­ro. En nivel ‘sona­je­ro’ es tal que inclu­so entra en una diná­mi­ca extre­ma­da­men­te Barro­ca… una diná­mi­ca de defor­ma­ción total y abso­lu­ta en don­de la Músi­ca pasa a un vigé­si­mo sép­ti­mo plano, para dar lugar a toda una serie de códi­gos y usos que se arti­cu­lan con el fin de man­te­ner la aten­ción de las ame­bas mór­bi­das lobo­to­mi­za­das que repo­san sus chi­clo­sas nal­gas fren­te al tele­vi­sor. Juven­tud divino tesoro.

Cada movi­mien­to pro­du­ci­do en el ámbi­to mediá­ti­co —inclui­dos los infor­ma­ti­vos— cada vez se desa­rro­lla de mane­ra más… ‘sona­je­ra’… idio­ti­zan­do aún más al espec­ta­dor… por si no fue­ra sufi­cien­te. La pér­di­da de res­pe­to por el espec­ta­dor es total y abso­lu­ta… sin com­ple­jos. Y, la ver­dad sea dicha, el espec­ta­dor —o ame­ba mór­bi­da lobo­to­mi­za­da—, tam­po­co se hace res­pe­tar… por tan­to es una pes­ca­di­lla que se muer­de la cola… un círcu­lo vicio­so, dema­sia­do vicio­so. ¿Por qué no se hace res­pe­tar? Evi­den­te: edu­ca­ción. Bri­lla por su ausen­cia. La edu­ca­ción debe ser equi­li­bra­da e ínte­gra… cosa abso­lu­ta­men­te utó­pi­ca en la actua­li­dad. Del sis­te­ma edu­ca­ti­vo no salen indi­vi­duos libre­pen­sa­do­res… sino car­ne para el mer­ca­do. Pun­to. Indi­vi­duos alta­men­te efi­cien­tes… sumi­sos —¿horas extras?... ¿qué es eso?— y some­ti­dos al ‘así son las cosas’. Y no les fal­ta razón. Así son. Pero siem­pre lo fue­ron tam­bién en el pasa­do, y hubo gen­te que mejo­ró lo que había. Tene­mos lo que nos mere­ce­mos. ¿Será que nos lo mere­ce­mos? ¿es cul­pa­ble alguien que no lle­ga a desa­rro­llar una capa­ci­dad crí­ti­ca para razo­nar lo que suce­de en su entorno?

Nues­tro sis­te­ma edu­ca­ti­vo —deci­mo­nó­ni­co— aún res­pi­ra… cuan­do debe­ría haber sido refor­mu­la­do de ini­cio a fin des­de hace unos años ya. Se escu­cha con fre­cuen­cia… ‘la Edu­ca­ción es una mier­da’, ‘cómo vie­nen los niños…’, ‘pero qué ver­güen­za de juven­tud’, etc… Sugi­rien­do que en el pasa­do, la edu­ca­ción fue mejor. La edu­ca­ción del pasa­do fue la edu­ca­ción que corres­pon­día en ese tiem­po y espa­cio con­cre­to… el pro­ble­ma que tene­mos es pre­ci­sa­men­te que esta­mos uti­li­zan­do aque­lla mis­ma edu­ca­ción en este tiem­po y espa­cio que vivi­mos aho­ra y, por des­gra­cia, dicho sis­te­ma demues­tra ser alta­men­te inefi­caz en estas cir­cuns­tan­cias. Por tan­to… la edu­ca­ción basa­da en con­te­ni­dos está sien­do alta­men­te dañi­na. No se tra­ta de eli­mi­nar total­men­te los con­te­ni­dos… se tra­ta de valo­rar lo que en ver­dad es nece­sa­rio hoy: desa­rro­llar des­tre­zas; para lo cual se nece­si­ta­rán unos con­te­ni­dos… pero des­de lue­go no son la pie­dra angu­lar de la mejo­ra del sis­te­ma edu­ca­ti­vo… de hecho, aho­ra mis­mo, son más bien una rémora.
Es fre­cuen­te encon­trar razo­na­mien­tos alta­men­te pue­ri­les inclu­so en la cla­se polí­ti­ca… ¿cómo es eso posi­ble? Es posi­ble… por­que el mar­ke­ting dic­ta­mi­na que si se pre­ten­de lle­gar al cere­bro del indi­vi­duo ‘X’ habrá que hacer­lo a tra­vés de un len­gua­je que le lle­gue al suso­di­cho. Por tan­to, si el indi­vi­duo es ‘pere­zo­so’ en lo que a razo­na­mien­to se refie­re… habrá que poner­se a su nivel… y no lo con­tra­rio, invi­tar a que el ‘pere­zo­so’ se acti­ve de algún modo. Es una estra­te­gia lógi­ca de mer­ca­do… hay que lograr el obje­ti­vo… cuan­to más esfuer­zo le supon­ga al obje­ti­vo, peor. Y cla­ro… así nos encon­tra­mos con la fal­ta de razo­na­mien­to total y abso­lu­ta en la que esta­mos inmersos.

Pon­ga­mos un ejem­plo. Se dice con fre­cuen­cia que: ‘hay una tre­men­da cri­sis de valores’.

Fal­so o, cuan­do menos, cap­cio­so. Lo valo­res no están en cri­sis. Las vías, méto­dos o modos de trans­mi­tir­los a los ciu­da­da­nos sí. Pue­de pare­cer lo mis­mo, pero no lo es; y este deta­lle es de suma impor­tan­cia. El ‘no mata­rás’ no está en cri­sis… ni mucho menos. Lo que sí está en cri­sis es ‘el modo’ de incul­car, difun­dir y edu­car ese ‘no mata­rás’. Hay varias for­mas de lle­gar a ese mis­mo valor: reli­gión, filo­so­fía, antro­po­lo­gía, polí­ti­ca, socio­lo­gía… suma y sigue. La Razón a fin de cuen­tas. Hay valo­res que son intrín­se­cos a nues­tra natu­ra­le­za huma­na, y el ‘no mata­rás’ es un ejem­plo bas­tan­te neu­tro que pue­de ser­vir de ejem­plo per­fec­ta­men­te. Lo que atra­vie­sa una cri­sis pro­fun­da y tre­men­da es el acer­ca­mien­to al valor a tra­vés de la vía uti­li­za­da por el pen­sa­mien­to reli­gio­so… eso sí atra­vie­sa una pro­fun­da cri­sis:

(Del lat. cri­sis, y este del gr. ).
1. f. Cam­bio brus­co en el cur­so de una enfer­me­dad, ya sea para mejo­rar­se, ya para agra­var­se el paciente.
2. f. Muta­ción impor­tan­te en el desa­rro­llo de otros pro­ce­sos, ya de orden físi­co, ya his­tó­ri­cos o espirituales.
3. f. Situa­ción de un asun­to o pro­ce­so cuan­do está en duda la con­ti­nua­ción, modi­fi­ca­ción o cese.
4. f. Momen­to deci­si­vo de un nego­cio gra­ve y de con­se­cuen­cias importantes.
5. f. Jui­cio que se hace de algo des­pués de haber­lo exa­mi­na­do cuidadosamente.
6. f. Esca­sez, carestía.
7. f. Situa­ción difi­cul­to­sa o complicada.

Eti­mo­ló­gi­ca­men­te hablan­do, ‘cri­sis’, sig­ni­fi­ca cam­bio. Y eso es lo que suce­de en sen­ti­do lite­ral, el modo de abor­dar los valo­res está cam­bian­do… el mode­lo judeo­cris­tiano ha fra­ca­sa­do… nadie lo puso en jaque, sen­ci­lla­men­te no se sos­tie­ne por sí mis­mo en los tiem­pos que corren. Para­dó­ji­ca­men­te, se hace indis­pen­sa­ble des­ta­car que la sofis­ti­ca­ción en el pro­ce­so de alie­na­ción alcan­za tales nive­les que ya ni la estruc­tu­ra de alie­na­ción por anto­no­ma­sia en nues­tra cul­tu­ra —la reli­gión—, es capaz de adap­tar­se a los tiem­pos. En otras pala­bras… las per­so­nas siguen optan­do por casar­se por la igle­sia —la mayo­ría—… el pro­ble­ma, es que a los dos años se divor­cian —si lle­gan—. Sin más.

¿Por qué el pen­sa­mien­to reli­gio­so atra­vie­sa esta cri­sis —cam­bio—? Curio­sa­men­te, las reli­gio­nes —con­ser­va­do­ras por regla gene­ral— no han adop­ta­do esa pecu­liar des­tre­za de los intere­ses alie­nan­tes actua­les: el sona­je­ro. La socie­dad actual pier­de el inte­rés en todo de una mane­ra sor­pren­den­te­men­te rápi­da e irre­vo­ca­ble —casi como el niño con su sona­je­ro—; sen­ci­lla­men­te pier­de inte­rés cuan­do ya cono­ce algo —debi­do a la cos­tum­bre de la inme­dia­tez del flu­jo de infor­ma­ción—. Aun­que un suce­so sea rele­van­te, no des­per­ta­rá un inte­rés dema­sia­do pro­lon­ga­do en el tiem­po… por muy trá­gi­co que sea el acon­te­ci­mien­to… es igual… cual­quier cosa que suce­da tie­ne a par­ti­da sus días con­ta­dos. Curio­so. Y… peli­gro­so. Las for­mas reli­gio­sas que sí han opta­do por el sona­je­ro —espe­cial­men­te en el con­ti­nen­te ame­ri­cano, lugar don­de el mar­ke­ting es casi otro dog­ma— funcionan.

Pero este post no hace refe­ren­cia al pen­sa­mien­to reli­gio­so —ha sido un efec­to cola­te­ral—… el obje­to últi­mo y final es la Músi­ca y su indus­tria actual.

En el últi­mo MTV Video Music Awards, algu­nos mode­li­tos eran dig­nos de ‘sona­je­ro’… sin duda.

Es el ir más allá… el ‘¿Qué hago para des­ta­car que no haya hecho nadie antes aún?... poner­me un cubo ama­ri­llo en la cabe­za?’… pues un cubo ama­ri­llo en la cabe­za. No hay que dar­le más vuel­tas. Hay que dejar un sello dis­tin­ti­vo que cir­cu­le por los medios de todo el mun­do… algo que gene­re trá­fi­co y cir­cu­la­ción de infor­ma­ción por todas par­tes. Y fun­cio­na, cla­ro. En caso con­tra­rio, no apa­re­ces con un cubo ama­ri­llo en la cabe­za para reci­bir un pre­mio. Curio­sa­men­te, hay quien se mete con el fut­bo­lis­ta Car­les Puyol —no me gus­ta el fút­bol—, por acu­dir a la recep­ción de un pre­mio ata­via­do como le vie­ne en gana —indu­men­ta­ria sport de su equi­po—. Es posi­ble que la perio­dis­ta Ana Ure­ña que cri­ti­ca al fut­bo­lis­ta, no cri­ti­ca­ra el «cla­són» de Katy Perry y su cubo ama­ri­llo… ¡es muy ori­gi­nal! Y barro­co… Aun­que, pro­ba­ble­men­te, si alguien se preo­cu­pa por la ves­ti­men­ta de un fut­bo­lis­ta para reco­ger un pre­mio (¿...?)... es posi­ble que tam­bién se preo­cu­pe de la indu­men­ta­ria de Katy... cosas vere­des ami­go San­cho. Es lógi­co pen­sar que le paguen para preo­cu­par­se por ese tipo de asun­tos... es periodista.

Otro ejem­plo es Lady Gaga, archi­co­no­ci­da por sus mode­los… (ves­ti­do de car­ne, etc…) ¿no es eso rizar cons­tan­te­men­te el rizo? ¿no es eso incre­men­tar el sona­je­ro una y otra vez?... Lo malo es que el sona­je­ro, como en los niños, tie­ne un tiem­po de vida… dura lo que dura… y al final,solo sal­va el paso del tiem­po aque­llo que buceó de lleno en la abs­trac­ción de nues­tro pen­sa­mien­to y se con­vir­tió en madu­ro… en eterno. Todo lo demás está pre­des­ti­na­do a ser efí­me­ro… que­da­rá en el tiem­po como algo anec­dó­ti­co des­de lue­go, pero se per­de­rá. Comer­cia­mos por tan­to con mate­rial pre­des­ti­na­do a ser efí­me­ro… por­que resul­ta inme­dia­to, pero no dura­de­ro. Lo dura­de­ro en con­tra­par­ti­da no gene­ra bene­fi­cios a prio­ri pero, vaya por dios, es lo que resis­te el paso del tiem­po. Si la indus­tria no está enfer­ma… pues no sé yo enton­ces qué le pasa.

Pues eso... si esto no es barroco...

Vas a una gala... y enton­ces lle­vas una cule­bra en la mano... ¡peda­zo de sona­je­ro Jus­tin!

La malo­gra­da Winehou­se es otro buen ejem­plo. No han pasa­do ni tres meses de su falle­ci­mien­to y ya se pre­pa­ra un guión para su pelí­cu­la. Nego­cio. Ni más, ni menos. ¿Qué era el pelo de Winehou­se si no un sona­je­ro —al igual que el res­to de la indu­men­ta­ria—?... ¿en qué se con­vir­tió esta pobre mucha­cha si no en una cari­ca­tu­ra de sí mis­ma? La des­tro­za­ron. La con­de­na­ron en el pre­ci­so ins­tan­te en el que la com­pa­ra­ron nada más empe­zar con Billie Holi­day¡pero qué cruel­dad! Com­pa­rar a la mucha­cha con un mito al que jamás alcan­za­ría con el úni­co fin de ven­der. ¿Quién pue­de aguan­tar seme­jan­te pre­sión sobre su tra­ba­jo? Espe­cial­men­te si se tra­ta de un tra­ba­jo artís­ti­co, extre­ma­da­men­te expues­to y suje­to a los desig­nios de una mara­bun­ta caó­ti­ca de emo­cio­nes a flor de piel —la pro­pia natu­ra­le­za de Amy—. Pues eso.

Vivi­mos por tan­to en una cul­tu­ra de este­roi­des, de apa­rien­cias, cada vez más barro­ca, lle­na a rebo­sar de sona­je­ros por doquier… en la Músi­ca, en el Cine, en la Polí­ti­ca, en la tele­vi­sión… por todas par­tes. Los sona­je­ros son úti­les para gene­rar una iner­cia ini­cial de ven­ta pero, pron­to, se des­va­ne­cen en cues­tión de sema­nas… Los sona­je­ros son a la Músi­ca lo que una erec­ción sexa­ge­na­ria a las rela­cio­nes de pare­ja… nece­si­tan de ayu­da exter­na para aguan­tar un poco más pero, su carác­ter efí­me­ro es casi inevi­ta­ble —sal­van­do, segu­ro, algu­na hon­ro­sa excep­ción a la regla—. Todo son sona­je­ros. Cul­tu­ra del Sona­je­ro… barro­co del siglo XXI… siem­pre yen­do más allá… el ves­ti­do más… la can­ción más… el solo más… Todo es un alar­de de inno­va­ción, nove­dad o des­tre­za… que, en cuan­to deja de ser­lo, pier­de todo su inte­rés por­que en sus fun­da­men­tos no hay base algu­na. Todo lo que se ven­de es aire… unas veces buen aire, otras aire nau­sea­bun­do… pero aire a fin de cuen­tas. Todos nos suma­mos a ese fes­ti­val sona­je­ro de lo efí­me­ro. Con la que está cayen­do, tam­po­co está de más bana­li­zar un poco pero… lue­go no nos que­je­mos… que­re­mos cal­do y nos dan vein­ti­sie­te tazas. Es la dife­ren­cia entre la por­no­gra­fía y la sexua­li­dad… y el que no entien­da esa com­pa­ra­ción, que olvi­de este post… pues­to que no ten­drá la más míni­ma rele­van­cia… tears in rain.

A veces ten­go la sen­sa­ción de que lo NO SONAJERO se que­dó en momen­tos como este:

Es curio­so… qué poten­cia extre­ma artís­ti­ca había sobre ese esce­na­rio. ¿Y gra­ban­do?... Scor­se­se. Casi nada. No hace fal­ta ni dar nom­bres. Se han hecho infi­ni­dad de cosas des­de enton­ces, pero esta actua­ción… esta can­ción en con­cre­to, este momen­to final… es casi un sím­bo­lo cre­pus­cu­lar del final de una iner­cia artís­ti­ca desa­rro­lla­da años antes a ese con­cier­to. Cla­ro… la des­pe­di­da de The Band… todos se jun­ta­ron para des­pe­dir­los. Ese momen­to será eterno. Ni Winehou­se, ni Gaga, ni Perry —por uti­li­zar ejem­plos de sona­je­ro— serán capa­ces de repro­du­cir JAMÁS un momen­to con tan­ta magia y poten­cia como este. Any day now… any day now… I shall be relea­sed… así que allá cada cual.