Time After Time

A ver si con­si­go expli­car­me… el paso del tiem­po es inexo­ra­ble… ¿qué somos noso­tros en com­pa­ra­ción con esa irre­me­dia­ble reali­dad? Nada. Nada y todo al mis­mo tiempo.

Nada, por­que la pri­ma de ries­go es aho­ra… nada por­que espe­cu­la­ción eco­nó­mi­ca es aho­ra… nada, por­que la gue­rra es un aquí y aho­ra… nada por­que injus­ti­cia solo tie­ne sen­ti­do mien­tras es pade­ci­da por alguien, por tan­to, depen­de direc­ta­men­te de un cri­te­rio espa­cio-tem­po­ral. Nada por­que la injus­ti­cia, al ser ejer­ci­da, ya hace todo el daño que se espe­ra de ella… no tras­cien­de a lo lar­go de los años… lo que tras­cien­den son sus con­se­cuen­cias, las con­se­cuen­cias de un sis­te­ma eco­nó­mi­co tor­ti­ce­ro, injus­to y maquia­vé­li­co… idea­do des­de la vile­za, la ava­ri­cia y nues­tro lado oscu­ro. Ese mis­mo sis­te­ma, es pre­sen­te… aún no pode­mos decir que pasó… que se con­vir­tió en pasa­do… una vez que poda­mos decir seme­jan­te cosa —¿pasa­rán siglos?—… la pre­gun­ta es… ¿tras­cen­die­ron más allá del tiem­po los ardi­des eco­nó­mi­cos?... nah… nos afec­tan aquí y aho­ra… sus con­se­cuen­cias nos afec­ta­rán a noso­tros, a nues­tros hijos y qui­zá a nues­tros nie­tos; qui­zá no sufri­rán direc­ta­men­te lo que suce­de aho­ra… pero sí sus con­se­cuen­cias y el inge­nio de un sis­te­ma torticero.

Y… sin embar­go… lo somos todo. Todo por­que hay indi­vi­duos que son capa­ces de tras­cen­der muy por enci­ma de lo espe­ra­do… tras­cien­den sus emo­cio­nes, su for­ma de expre­sar­se gene­ra empa­tía a tra­vés del tiem­po por­que, con el paso de las déca­das… conec­ta más a los huma­nos una expre­sión facial, una inter­pre­ta­ción musi­cal… que un puña­do de ini­cia­ti­vas legislativas/económicas… por mucho que afec­ten al presente.

Somos nada y todo al mis­mo tiem­po. Curio­so. Y los valo­res que se trans­mi­ten a los demás, a los hijos, a los jóve­nes… no son aque­llos que per­mi­ten cap­tar lo tras­cen­den­tal… son, pre­ci­sa­men­te todo lo con­tra­rio… los que des­orien­tan, los que no te ayu­dan más que a sal­var el culo aquí y aho­ra… a sobre­vi­vir. Es com­pren­si­ble, y tie­ne toda la lógi­ca del mun­do. Pero adap­tar­se al aquí y al aho­ra, jamás cons­trui­rá un buen futu­ro o, mejor dicho, el futu­ro no será más que una mór­bi­da y tris­te iner­cia inevi­ta­ble… todo será un eterno aquí y aho­ra. De ahí que sea tan impor­tan­te conec­tar con lo que ver­da­de­ra­men­te tras­cien­de el paso de los años. Minus­va­lo­rar el Arte no es más que un error que nos hace fla­cos favores.

Ya podrán pasar los años por noso­tros, por nues­tros padres, por nues­tros hijos, por nues­tros ami­gos… que, curio­sa­men­te… time after timehay cosas que se con­vier­ten en eter­nas de mane­ra inevi­ta­ble, inexo­ra­ble e inde­fec­ti­ble… pasan por enci­ma de todo y todos... sin más. Inclu­so tipos adic­tos a la heroí­na y con menos dien­tes que tú y que yo. Cabría pre­gun­tar­se... ¿dón­de está la belle­za pues? Allá cada cual.

Los niños y la Música

Al salir de La Casa de la Radio en Pra­do del Rey, des­pués de la entre­vis­ta del otro día… Manel y yo, como de cos­tum­bre, nos pusi­mos a filo­so­far… ¡qué menos! La oca­sión lo mere­cía. Cla­ro, habla­mos de nues­tra pri­me­ra vez en Radio Nacio­nal, cómo no… pero al final aca­ba­mos hablan­do de niños. Enton­ces me acor­dé de que el otro día dejé pen­dien­te un post acer­ca de la músi­ca bra­si­le­ña dedi­ca­da a los niños. Hay mucho que con­tar ahí.

¿Qué pasa con los niños?... Hacer­se esa pre­gun­ta es injus­to o, cuan­do menos, un error… lo correc­to sería… ¿qué pasa con los adul­tos? A fin de cuen­tas, los niños no son más que el refle­jo direc­to de los adul­tos que tie­nen a su alre­de­dor. Man­que nos pese. Por tan­to, si lle­ga­mos a la tesi­tu­ra de pre­gun­tar­nos… ¿qué pasa con los niños?, eso es que noso­tros mis­mos a prio­ri no debe­mos estar muy bien.

Cuan­do era niño, recuer­do per­fec­ta­men­te un sen­ti­mien­to y refle­xión que jamás me saca­ba de la cabe­za cada vez que me lle­va­ban a cual­quier casa aje­na a la mía… ami­gos, fami­lia, etc… ¿Qué habrá de intere­san­te para un niño en ese sitio al que me lle­van?... cual­quier cosa me ser­vía, un arma­rio colo­ri­do, un cua­dro, el sue­lo de colo­res, pega­ti­nas en las ven­ta­nas, jugue­tes de mis ami­gos-pri­mos, sus cajo­nes… ¿qué ten­drían esos cajo­nes?! Menu­das bron­cas me chu­pé por andar hur­gan­do don­de no debía! Lo hacía sin áni­mo coti­lla, la ver­dad sea dicha… que­ría ver… qué había de intere­san­te allí… nada más. ¡Coti­lla!

Otro sen­ti­mien­to de infan­cia muy fuer­te: tenía la sen­sa­ción de que los adul­tos eran menos inte­li­gen­tes que los niños; esta­ba con­ven­ci­do de ello. Eran mucho más des­pis­ta­dos, se olvi­da­ban de las cosas, se des­pis­ta­ban, suce­dían cosas delan­te de ellos y no se daban cuen­ta… ¿pero qué les pasa?!... Pasa que están preo­cu­pa­dos… pasa que tie­nen res­pon­sa­bi­li­da­des, pasa que te tie­nen a ti y que hay que dar­te de comer, ves­tir­te, asear­te, hacer­te estu­diar, ser capaz de con­tes­tar a tus pre­gun­tas de niño, que­rer­te y, por el camino, inten­tar no olvi­dar­se de ellos mis­mos. Pasa que la socie­dad se vuel­ve hos­til… deman­da ocu­par un lugar en tu tiem­po y espa­cio… te alie­na. Ser adul­to es una movi­da. Nos pasa­mos la vida inten­tan­do alcan­zar esa paz de espí­ri­tu, esa tran­qui­li­dad, esa feli­ci­dad que alcan­za­bas hacien­do la cosa más tri­vial sien­do niño… unos lo con­si­guen, otros se pier­den por el camino.

Per­der el con­tac­to con la infan­cia es per­der el con­tac­to con tu pro­pia niñez y, por exten­sión, con­ti­go mis­mo. Hay per­so­nas que no son capa­ces de arti­cu­lar dos pala­bras con un niño… han per­di­do la cos­tum­bre! (cual­quie­ra sabe bien a lo que me refie­ro, pasa con más adul­tos de lo que pare­ce) Pero tam­bién fue­ron niños… ¿qué pasó? Pasa que entra­mos de lleno en la mara­bun­ta del mun­do adul­to y… y ni Peter Pan nos saca de aquí. No se tra­ta de pre­ten­der vivir eter­na­men­te en la infan­cia… más bien de con­vi­vir con ella, de saber lle­var­la y reci­clar­la. Los niños son sor­pren­den­tes y eso, con fre­cuen­cia, se nos olvi­da a los adul­tos; y cla­ro… lue­go nos pre­gun­ta­mos… ¿pero qué les pasa a los niños?

Ya qui­sié­ra­mos los adul­tos tener la capa­ci­dad de apren­di­za­je y asi­mi­la­ción que tie­ne un niño… su plas­ti­ci­dad cere­bral. Sin embar­go, solo aven­ta­ja­mos a los niños en los con­te­ni­dos de nues­tro cono­ci­mien­to, en todo lo demás nos supe­ran con creces.

En eso… y en el con­trol de las emo­cio­nes… ellos, pobres, aún no han teni­do tiem­po de hacer­se con ese endia­bla­do mun­do que tan­to nos ayu­da y tan­to nos hace sufrir en el camino a los adul­tos. Es curio­so como estos peque­ños seres con una capa­ci­dad de apren­di­za­je insu­pe­ra­ble dis­fru­tan o sufren como si no hubie­se un maña­na. De ahí la impor­tan­te de sus refe­ren­tes vita­les… muchos adul­tos se olvi­dan de eso. Por eso resul­ta gro­tes­co ver a niños enfras­ca­dos en acti­vi­da­des artís­ti­cas de alto nivel o expo­si­ción como si fue­sen monos de feria… los pobres arti­cu­lan aque­llo para lo que se les ha adies­tra­do —sí por­que… en ese momen­to su repre­sen­ta­ción es mecá­ni­ca, aún no pue­de ser emo­cio­nal—. Esos des­pro­pó­si­tos que a veces se ven por el mun­do son un fiel refle­jo de la empa­na­da men­tal de los adul­tos a su alre­de­dor… inclu­so de los que dis­fru­tan vien­do esas extra­ñas actua­cio­nes. No se dan cuen­ta de que el arte o la inter­pre­ta­ción artís­ti­ca va mucho más allá… tie­ne que ver con la abs­trac­ción del pen­sa­mien­to, con la empa­tía, con el con­trol o des­con­trol de las emo­cio­nes… emo­cio­nes menos pri­ma­rias que las infan­ti­les. Hay veces que no les dan tiem­po a cre­cer… los adies­tran y suel­tan sobre un esce­na­rio como si tal cosa. ¿Pero cómo pue­de un niño saber lo que le pasa­ba por la men­te a Bach, Beetho­ven, Hen­drix o Holi­day? Podrá eje­cu­tar… pero, mal­di­ta sea… ¡dad­les tiem­po a sen­tir, cre­cer y apren­der! Hay que hilar fino con los niños, sin duda. Hay adul­tos que apro­ve­chan esa capa­ci­dad de apren­di­za­je que se tie­ne cuan­do se es niño para meter con cal­za­dor un apren­di­za­je que sí… será más efec­ti­vo ini­cián­do­se en la infan­cia, pero que ini­cial­men­te no pasa­rá de mera eje­cu­ción, no inter­pre­ta­ción. Para inter­pre­tar hay que entrar ya en el mun­do de la abs­trac­ción y eso, has­ta la ado­les­cen­cia por lo menos, no se empie­za a barruntar.

Con­vie­ne no olvi­dar que en la infan­cia se ges­ta TODO el futu­ro de una per­so­na… en ella se cons­tru­ye la estan­te­ría men­tal en la cual se guar­da­rán los libros a lo lar­go de edad adul­ta —el cono­ci­mien­to, los con­te­ni­dos—… cons­truir en la infan­cia una estan­te­ría con las bal­das tor­ci­das, lo úni­co que con­se­gui­rá será con­de­nar por com­ple­to la capa­ci­dad de apren­di­za­je de ese indi­vi­duo para el res­to de su vida… en bal­das tor­ci­das los libros entran peor, se guar­dan peor. La acu­mu­la­ción de cono­ci­mien­tos en ese caso es menos ópti­ma. Los niños DEBEN ser lo que son… niños. Sus pro­pias inquie­tu­des irán guián­do­les tan­to a ellos como a los padres. Por eso, en oca­sio­nes ver a niños peque­ños eje­cu­tar de mane­ra ejem­plar algún ins­tru­men­to, pie­za u obra y com­pro­bar sus inex­pre­si­vas caras infan­ti­les de con­cen­tra­ción, da un poco de cora­je. ¡Vete a jugar niño! Que es lo tuyo. ¿Nadie se da cuen­ta de que el niño eje­cu­ta pero no inte­rio­ri­za la abs­trac­ción de lo que hace? Si es tan fácil como dejar­le cre­cer a gus­to, sin más.

Su capa­ci­dad de inven­tar, ima­gi­nar, apren­der, rete­ner, razo­nar es sor­pren­den­te… muy supe­rior a la de cual­quier adul­to. Care­cen, eso sí, de con­te­ni­dos aca­dé­mi­cos… ¡evi­den­te­men­te!... no han teni­do tiem­po de acu­mu­lar­los! La vida per­mi­ti­rá que con el tiem­po los vayan acu­mu­lan­do pero, para­do­jas de la vida, al mis­mo tiem­po que van con­quis­tan­do ese terreno… se van ale­jan­do de su infan­cia, de su plas­ti­ci­dad… se van hacien­do adul­tos, como el res­to. Esta­mos ence­rra­dos en ese maquia­vé­li­co jue­go: sien­do niños fui­mos feli­ces —por regla gene­ral— y nos pasa­mos la vida que­rien­do alcan­zar esa mis­ma feli­ci­dad de la cual dis­fru­ta­mos… y por el camino, cuan­to más cre­ce­mos, más cono­ci­mien­to acu­mu­la­mos, más viven­cias, más saber… y más nos ale­ja­mos de aque­llo que fui­mos. Lo que está cla­ro es que no se tra­ta de ser niños eter­na­men­te —el deno­mi­na­do sín­dro­me de Peter Pan–, más bien de saber inter­pre­tar la infan­cia de uno mis­mo, con­vi­vir con ella y adap­tar­la a tu vida adul­ta. Esto me lle­va a la siguien­te pre­gun­ta… ¿pen­sa­mos que los niños son cor­tos?... ¿adul­tos en peque­ño pero menos doc­tos?... ¿pro­yec­tos de adul­tos?... ¿qué son los niños?

Y aquí que­ría yo lle­gar. Una vez más la cul­tu­ra musi­cal bra­si­le­ña es un buen ejem­plo a seguir.

Bra­sil tie­ne aque­llo que podría­mos deno­mi­nar un sub­gé­ne­ro den­tro de su músi­ca muy intere­san­te… músi­ca cuyo tar­get está muy difu­so entre la infan­cia y la edad adul­ta… algo muy pecu­liar. Can­cio­nes cuya esté­ti­ca y ade­mán es infan­til pero que, en últi­mo caso, son autén­ti­cas per­las para adul­tos… para que esos adul­tos no pier­dan el con­tac­to con su pro­pia infan­cia, para que sepan ges­tio­nar esa vida adul­ta y no se pier­dan por el camino. Belle­za pura, como can­ta­ba Caetano.

Que­rría abor­dar una serie de ejem­plos musi­ca­les que me acom­pa­ña­ron de niño… y me acom­pa­ñan de adul­to. Mi tiem­po y espa­cio se ha vis­to toca­do en infi­ni­dad de oca­sio­nes por estos sones y letras que vie­nen a continuación.

En pri­mer lugar, uno de los ejem­plos más evi­den­te: O Pato, de Jay­me Sil­va y Neu­za Tei­xei­ra —arre­gla­do por João Gil­ber­to, e inter­pre­ta­do aquí jun­to a Cae­tano Velo­so—.

 

O Pato

*.- Es un pato más pequeño.

Gran­des. Tan gran­des que no pue­do comen­tar gran cosa al res­pec­to. Solo decir que esto es una can­ción, a prio­ri, hecha con esté­ti­ca infan­til… pero es evi­den­te lo difu­sa que que­da aquí esa carac­te­rís­ti­ca ya que la cali­dad de la com­po­si­ción, de la letra, de la inter­pre­ta­ción es de tal nivel que tras­cien­de eda­des. En reali­dad es una sáti­ra de los crí­ti­cos musi­ca­les, una sáti­ra en la que se qui­so bus­car este len­gua­je pecu­liar en el terreno infan­til. Y ahí está una de las cla­ves de este sub­gé­ne­ro, tal como se con­ci­be por algún sec­tor de la Músi­ca Popu­lar Bra­si­le­ña… una com­po­si­ción para niños con tan­to nivel… que tras­cien­de eda­des… ¿aca­so no es eso res­pe­tar la infan­cia más allá de lo que se acos­tum­bra? Las apti­tu­des infan­ti­les —a pesar de care­cer de con­te­ni­dos aca­dé­mi­cos— son como un múscu­lo… tam­bién nece­si­tan ejer­ci­tar­se para no anqui­lo­sar­se y per­der­se a lo lar­go de los años… la capa­ci­dad de sor­pren­der­se, de ima­gi­nar, esa plas­ti­ci­dad cere­bral que nos per­mi­te estar abier­tos al mun­do. Si, por el camino, el com­po­si­tor le suel­ta un guan­te blan­co a unos supues­tos crí­ti­cos musi­ca­les… ¡que le qui­ten lo bailao!

Esa esté­ti­ca pecu­liar, uti­li­zan­do ono­ma­to­pe­yas, ali­te­ra­cio­nes, y demás figu­ras lite­ra­rias no es arbi­tra­ria… se bus­ca con toda pre­me­di­ta­ción y ale­vo­sía. El uso de ani­ma­les en este tipo de can­cio­nes tam­bién es muy fre­cuen­te, se uti­li­zan como un jue­go con los niños… un clá­si­co que a nadie le resul­ta extra­ño. En este sen­ti­do, otro caso exce­len­te para el aná­li­sis es el siguiente:El Leon­ci­to de Cae­tano Velo­so, O Leãozinho:

 

O Leaozinho

En la sen­ci­llez radi­ca su belle­za. Ele­gan­te, fino, lumi­no­so… el Leon­ci­to habla del hijo de Cae­tano, al pare­cer com­pu­so esta can­ción cuan­do su hijo aún era un niño. Can­ción bellí­si­ma, y no por infan­til menos bella.

Otro tema que com­par­te con­di­ción con los ante­rio­res: Na Ilha de Lia, no Bar­co de Rosa —En la Isla de Lia, en el Bar­co de Rosa—, de Edu Lobo y Chi­co Buar­que de Holan­da:

 

Na ilha de lia no barco de Rosa

Esta mis­ma pare­ja tam­bién tie­ne otra can­ción muy intere­san­te en el aspec­to que se ana­li­za en este artícu­lo: Ciran­da da Bai­la­ri­na (La Zaran­da de la Bailarina),

 

Ciranda da bailarina

Todas estas letras son pre­cio­sas y bas­tan­te difí­ci­les de tra­du­cir, dicho sea de paso... espe­cial­men­te esta últi­ma. Difí­ci­les en el sen­ti­do de inten­tar man­te­ner intac­to el espi­ri­to con el que se con­ci­bie­ron... en este últi­mo caso, una can­ción diri­gi­da a todos los niños con difi­cul­ta­des... todos tene­mos defec­tos, no pasa nada. La carac­te­rís­ti­ca didác­ti­ca, como es obvio, siem­pre pre­sen­te en estas can­cio­nes. Aun­que en este caso más que didác­ti­ca, per­so­nal­men­te diría que se tra­ta más bien de una ayu­da emo­cio­nal psi­co­ló­gi­ca para los niños desfavorecidos.

Un ejem­plo de Chi­co Buar­que de Holan­da bellí­si­mo, Juan y María… una can­ción muy pecu­liar en la que Chi­co intro­du­ce un sen­ti­mien­to prác­ti­ca­men­te prohi­bi­do en casi todo lo que se com­po­ne para niños: la nos­tal­gia. Un recur­so que, cuan­do uti­li­za­do pen­san­do en los más peque­ños, se hace de mane­ra pue­ril y des­vir­tua­da. Este João e Maria es un ejem­plo per­fec­to de cómo sal­tar­se todas las reglas o esque­mas pre­con­ce­bi­dos. Una vez más, una letra muy difí­cil­men­te superable.

 

Joao e Maria

Con una letra de estas, el que se des­ar­ma es el adul­to y no el niño! El niño en prin­ci­pio escu­cha­rá una can­ción de niños, pero difí­cil­men­te echa­rá de menos su infan­cia... ¡aún está en ella!

Y cómo no… no podía fal­tar… una de las can­cio­nes infan­ti­les más bellas que jamás se hayan hecho:

 

Aquarela

Filo­so­fía pura. Refle­xión vital total, empa­que­ta­da y envuel­ta para regalo!

Aqua­re­la de Toquinho. Una letra colo­ri­da, fres­ca, lle­na de ima­gi­na­ción… Curio­so… la unión de estas carac­te­rís­ti­cas siem­pre hace ten­der hacia el mun­do infan­til… des­pués del desa­rro­llo de este post, supon­go que la razón es evi­den­te… ellos tie­nen el fres­cor vital! Man­te­ner­lo solo depen­de de cada indi­vi­duo, de sus cir­cuns­tan­cias y de cómo cre­ce y enve­je­ce. Hay indi­vi­duos con ochen­ta años más jóve­nes que cha­va­les de quin­ce… es curio­sa la vida.

Con todo, ten­go la sen­sa­ción de que las emo­cio­nes de los niños están rela­ti­va­men­te aban­do­na­das por­que los adul­tos hemos olvi­da­do aque­llo que fui­mos… niños. De algu­na for­ma los hemos deja­do solos en su des­per­tar al mun­do, por­que noso­tros ya des­per­ta­mos y aho­ra mis­mo nos tie­nen dema­sia­do ocu­pa­dos inten­tan­do man­te­ner a flo­te el bar­co. ¿Qué padre pue­de tener malas inten­cio­nes hacia sus hijos?... cabría pre­gun­tar­se no en vano… ¿recuer­da el padre/madre las emo­cio­nes que expe­ri­men­tó al des­per­tar a la vida, al ir des­cu­brien­do cosas, la reali­dad? Cuan­do la socie­dad en la que vivi­mos exi­ge tan­to de noso­tros, nos cosi­fi­ca, nos alie­na… ¿no es lógi­co que olvi­de­mos con más faci­li­dad esas emo­cio­nes expe­ri­men­ta­das en la infancia?

No son emo­cio­nes infan­ti­les… son emo­cio­nes expe­ri­men­ta­das en perio­dos vita­les infan­ti­les. Emo­cio­nes huma­nas a fin de cuentas.

La socie­dad se vuel­ve caní­bal por­que noso­tros mis­mos per­mi­ti­mos que así sea. Sin embar­go, estos com­po­si­to­res, estos músi­cos, estos intér­pre­tes… qui­sie­ron poner su peque­ño grano de are­na para inten­tar difu­mi­nar esa barre­ra entre el sen­tir infan­til y el adul­to. El tiem­po pasa, y por regla gene­ral hace callo… La habi­li­dad, la des­tre­za para vivir resi­de en cómo ges­tio­nar ese paso del tiem­po. La vida a veces pare­ce una eter­na carre­ra hacia la feli­ci­dad, aque­lla que expe­ri­men­ta­mos sien­do niños y, sin embar­go, la solu­ción la tene­mos tan cer­ca que se hace invi­si­ble. Sí por­que… des­pués de todo… la vida es una cues­tión de acti­tud. ¿No es aca­so la acti­tud la que dife­ren­cia al niño del adul­to? Acti­tud ante la vida, acti­tud ante las cosas.

Los niños somos todos… con la úni­ca dife­ren­cia de que el paso del tiem­po y la memo­ria van nublan­do algu­nas cosas. Los niños no nece­si­tan más que aten­ción… cari­ño… afec­to, con­tac­to, apren­der, des­cu­brir… pau­tas, cami­nos a seguir, hora­rios —muy impor­tan­tes al ini­cio, aun­que no lo parez­ca—. Casi nada. A cam­bio, nos apor­tan algo que olvi­da­mos… son la prue­ba pal­pa­ble de que sí, la feli­ci­dad exis­te… cla­ro que exis­te… pero con el tiem­po la vamos dejan­do en el fon­do del cajón; a veces nos olvi­da­mos de dón­de la guar­da­mos déca­das atrás… pero es tan real como la son­ri­sa de ese enano con el que te has cru­za­do o al que acues­tas todas las noches en su cama.

Los niños y sus cere­bros. Alta­men­te cam­bian­tes… apren­dien­do a velo­ci­da­des ver­ti­gi­no­sas, en oca­sio­nes —espe­cial­men­te al lle­gar a la ado­les­cen­cia— la velo­ci­dad de apren­di­za­je y cre­ci­mien­to es tal que la revo­lu­ción hacia el mun­do exte­rior se hace inevi­ta­ble… al vol­ver de esa revo­lu­ción… ¿dón­de que­da el niño que se fue? Cre­ce­mos olvi­dan­do aque­llas apti­tu­des que tenía­mos sien­do niños… aque­llas acti­tu­des… aque­llas que­ren­cias infan­ti­les. Recu­pe­rar esas des­tre­zas es el camino a la feli­ci­dad. Real­men­te nun­ca se per­die­ron, solo hay que refres­car­las. He vis­to a per­so­nas que han recu­pe­ra­do hob­bies de su infan­cia y… cla­ro… se les ve feli­ces. A fin de cuen­tas… ¿Cuál es el sen­ti­do de todo esto?... ¿cuál es el sen­ti­do de la vida? Si a un padre le pre­gun­tan… ¿qué quie­re usted para su hijo?... ¿qué con­tes­ta­rá?... pare­ce evi­den­te: que sea feliz.

Y así nos pasa­mos la vida… bus­can­do la feli­ci­dad. Lo que me sor­pren­de es lo des­orien­ta­dos que esta­mos a veces los adul­tos en ésa bús­que­da cuan­do, por curio­so que pue­da pare­cer, la solu­ción está en noso­tros mis­mos… pero no en noso­tros aho­ra… sino en lo que fui­mos. La cla­ve qui­zá está en recor­dar aque­llo que fui­mos, que sen­ti­mos, el cómo nos diver­ti­mos aque­lla vez, aquel día, aquel beso, aquel boca­di­llo al salir del cole… no se tra­ta de vol­ver­nos adul­tos infan­ti­les… se tra­ta de con­ce­bir nues­tras fases vita­les como un todo indi­vi­si­ble, pero diná­mi­co, volu­ble, muta­ble… algo inevi­ta­ble dado el paso del tiem­po y el capri­cho de las cir­cuns­tan­cias vita­les de cada quien.

Dicho esto… aten­tos a la infan­cia… en ellos está el fres­cor vital. Es un espec­tácu­lo ser tes­ti­go de un cre­ci­mien­to… de quién sea. El des­per­tar a la vida, el des­cu­bri­mien­to, las son­ri­sas incon­di­cio­na­das e incon­di­cio­na­les… la ino­cen­cia, la sin­ce­ri­dad de quien empie­za a lidiar con las pri­me­ras emo­cio­nes pri­ma­rias. El espec­tácu­lo emo­cio­nal humano. Es una pena que, por capri­cho de la ava­ri­cia y codi­cia huma­na, nos este­mos des­hu­ma­ni­zan­do; aque­llos que defi­ni­ti­va­men­te aban­do­na­ron ese regre­so al redes­cu­brir­se a uno mis­mo… a encon­trar su raíz vital, su feli­ci­dad, su pun­to de par­ti­da… van por la vida sin empa­tía algu­na, prio­ri­zan­do y mar­can­do obje­ti­vos más allá de sus lími­tes. Ya lo decía Manuel Galán en el pro­gra­ma En La Nube de Radio 3 al finalizar…

Voy a pen­sar en un mun­do en el que la eco­no­mía esté al ser­vi­cio del ser humano y no al revés, como nos pasa aho­ra… don­de el bene­fi­cio real gire en torno al arte, que es lo que real­men­te impor­ta (sic).

Manuel Galán dixit.

Manuel… a eso te res­pon­do ¡amén!... y te diré que esos mis­mos que des­hu­ma­ni­zan el mun­do, pagan lo que hacen… y no por una jus­ti­cia inma­nen­te reden­to­ra… que va! es aún peor… es su pro­pio incons­cien­te el que les hace pagar. Sien­do niño el papel está en blan­co pero… al cre­cer, algu­nos indi­vi­duos se trans­for­man en gro­tes­cas cari­ca­tu­ras de sí mis­mos… cuan­do quie­ren dar por sí —qui­zá ante un mal palo en la vida, como tan­tos que acon­te­cen— se dan cuen­ta de que no se sopor­tan a sí mis­mos… de que lo tie­nen todo y no tie­nen nada. Ahí sí, la vida se vuel­ve plúm­bea y difí­cil de lle­var… cuan­do te das cuen­ta de que no te sopor­tas. Tene­mos esa manía de minus­va­lo­rar el perío­do infan­til… y lo hace­mos por­que esta­mos más per­di­dos que nadie. Alie­na­dos. Cosificados.

Por tan­to te doy toda la razón… el Arte es esa foto­gra­fía en el tiem­po de la psi­que huma­na… sin Arte no nos cono­ce­mos, y si no nos cono­ce­mos… jamás nos encon­tra­re­mos… anda­re­mos per­di­dos por ahí, como esas cari­ca­tu­ras gro­tes­cas de las que hablaba.

Mal­di­ta sea… Esos locos baji­tos… 🙂 será posi­ble que en ellos esté la cla­ve de todo y noso­tros sin saber­lo… (no solo de Bra­sil salen todas las per­las; aun­que en este caso el tema no cum­ple el para­dig­ma bra­si­le­ño… más bien es una can­ción de adul­tos can­tan­do a sus enanos, está claro!)

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Esos locos bajitos

**.- Todas las can­cio­nes las he tra­du­ci­do yo Luis Asiaín, por tan­to asu­mo los erro­res que pue­da haber. Si alguien detec­ta algo que lo diga!

Con­clu­sión.- Sean feli­ces y apren­dan de los niños... no hay más que refres­car la memo­ria. Hay que res­pe­tar más la infan­cia por­que de ella se pue­de apren­der mucho más de lo que ima­gi­na­mos... sen­ci­lla­men­te esta­mos tan ocu­pa­dos con nues­tra vida adul­ta que no nos damos cuen­ta de que las cosas ver­da­de­ra­men­te impor­tan­tes... las esta­mos obvian­do... y a veces nece­si­tan refres­car­se. Ese refres­co nos da salud men­tal y des­can­so, sin duda.

Los niños no son pro­pie­dad de nadie más que de sí mis­mos... aho­ra bien... son nues­tra res­pon­sa­bi­li­dad inalie­na­ble... ya lo decía Serrat: ... Nos empe­ñaos en diri­gir sus vidas/ sin saber de ofi­cio y sin vocación/les vamos trans­mi­tien­do nues­tras frustraciones/con la leche templada/y en cada canción.

Per­so­nal­men­te, creo que hay que tener más res­pe­to por la infan­cia... o, si se pre­fie­re, por el perío­do infan­til. Un momen­to tan cru­cial en la vida del ser humano no pue­de ser tan minus­va­lo­ra­do como lo hace­mos en nues­tra cul­tu­ra. La mayor nota de cor­te en las uni­ver­si­da­des debe­ría estar en las carre­ras de Magis­te­rio. Nadie valo­ra la labor incues­tio­na­ble de los maes­tros... de ellos depen­de esa «estan­te­ría men­tal» de la que hablá­ba­mos... unas bal­das mal pues­tas y JAMÁS se recu­pe­ra­rán esos espa­cios... la capa­ci­dad de apren­di­za­je de ese indi­vi­duo, futu­ro adul­to (inge­nie­ro, arqui­tec­to, abo­ga­da, filó­lo­ga, barren­de­ro, car­ni­ce­ra, pes­ca­dor, pro­duc­tor, músi­co, perio­dis­ta), habrá que­da­do com­pro­me­ti­da y des­ti­na­da para siem­pre. Evi­den­te­men­te esto es exten­si­ble a TODOS los adul­tos, inclui­dos los padres. No por ser padre se debe­ría tener car­ta blan­ca sobre el pro­pio hijo... una con­cep­ción bas­tan­te sim­plis­ta y retro­gra­da de la pater­ni­dad ya que, en últi­mo caso, te debes a ese futu­ro adul­to... aun­que solo sea por­que te quie­re con locu­ra. Pero cla­ro... vivi­mos en una socie­dad en la que se da por hecho que naces sin saber con­du­cir un coche y te sacas un car­net para poder hacer­lo... y al mis­mo tiem­po se da por hecho que debes haber naci­do sabien­do ser padre... ¿será eso cier­to? El ins­tin­to sin duda lo tene­mos... ¿nos ceñi­mos exclu­si­va­men­te al ins­tin­to? Malo no será pero... estan­do en el siglo XXI... cabría supo­ner que ya no tene­mos nece­si­dad de redu­cir­nos a lo mera­men­te instintivo.

PD.- Evi­den­te­men­te, todo lo refle­xio­na­do en este post esta­ba en nues­tras men­tes al hacer el sép­ti­mo cor­te de nues­tro dis­co... Sapos y Ranas:

¿Y qué otra cosa podría­mos tener en men­te? Ani­ma­les... ono­ma­to­pe­yas, ali­te­ra­cio­nes, mora­le­jas (las dife­ren­cias entre unos y otros son supe­ra­das por las emo­cio­nes)... etc. Todo se redu­ce a lo mis­mo: más res­pe­to. Hay que res­pe­tar más el perio­do infan­til. Los adul­tos no somos más que un desa­rro­llo que par­te de ese eje ini­cial. Allá cada cual.

Telenovelas

Hay cosas que los cas­te­llano-par­lan­tes jamás enten­de­re­mos o, por lo menos, no están a nues­tro alcan­ce… una de esas cosas son: las tele­no­ve­las. Lo hemos inten­ta­do… pero nada… que no hay mane­ra. Pare­ce que la tele­no­ve­la —o mejor dicho, la nove­la tele­vi­sa­da— no es un géne­ro que se pue­da cul­ti­var en aque­llos sitios en los que se hable cas­te­llano. Hubo algu­na res­pe­ta­ble excep­ción… pero sin mucha con­ti­nui­dad en el tiem­po. En cas­te­llano, decir tele­no­ve­la es sinó­ni­mo de basu­ra total y abso­lu­ta. Una pena.
Los reyes de la nove­la tele­vi­sa­da son, sin lugar a dudas, los bra­si­le­ños. En esta cues­tión no hay lugar a dis­cu­sión. Cla­ro que, para poder deba­tir­lo, con­vie­ne cono­cer bien la dife­ren­cia entre las nove­las tele­vi­sa­das en por­tu­gués o en castellano.
Para que nos enten­da­mos, la dife­ren­cia entre una nove­la bra­si­le­ña y una de cual­quier otro país que pro­duz­ca mate­rial en cas­te­llano —inclui­da Espa­ña— sería la equi­va­len­te a esta com­pa­ra­ción musical:


Demoledor.

Y las razo­nes son tan evi­den­tes que tam­bién resul­tan demo­le­do­ras. Hace déca­das, en Bra­sil se con­si­de­ró que su rique­za cul­tu­ral —inclui­do el idio­ma— debe­ría ser acce­si­ble para todo el mun­do… inclui­do el indi­vi­duo más aban­do­na­do de la fave­la más pobre del lugar. Las polí­ti­cas del minis­te­rio de cul­tu­ra en gene­ral, a lo lar­go de estos años, han ido enfo­ca­das a difun­dir, trans­mi­tir y cul­tu­ri­zar a todas las per­so­nas… inclui­das aque­llas que se encuen­tran en con­di­cio­nes más des­fa­vo­re­ci­das. ¿Cómo pue­de un minis­te­rio exten­der la cul­tu­ra por estas per­so­nas?... evi­den­te… la tele­vi­sión. Déca­das de arduo tra­ba­jo han dado su fru­to, sin nin­gún lugar a dudas.

Los movi­mien­tos cul­tu­ra­les pro­ce­den­tes de Bra­sil que per­ci­bi­mos los cas­te­llano-par­lan­tes no son mera casua­li­dad… son el fru­to de un lar­guí­si­mo tra­ba­jo… una cons­tan­cia admi­ra­ble, tenaz y con­tun­den­te. Se podría decir que no todo lo que sale de Bra­sil es per­fec­to —tam­bién tie­nen mucha basu­ra mediá­ti­ca, qué duda cabe— pero des­de lue­go han hila­do mucho más fino que el res­to… y esto no es una mera afir­ma­ción, se pue­de demos­trar y argumentar.

Bra­sil es admi­ra­ble por infi­ni­dad de fac­to­res pero, sin duda, el cul­tu­ral es uno de ellos. ¿Cómo es posi­ble que el úni­co país de habla por­tu­gue­sa en el con­ti­nen­te ame­ri­cano saque tan­ta ven­ta­ja al res­to de paí­ses en algu­nos aspec­tos cul­tu­ra­les? Habrá quién esté más de acuer­do o menos… pero la ven­ta­ja la tie­nen. ¿Por qué? Las polí­ti­cas de cul­tu­ra a lo lar­go de los años han teni­do bas­tan­te que ver. Cier­to es que en tér­mi­nos estric­ta­men­te lite­ra­rios, todos los paí­ses sur­ame­ri­ca­nos están muy equi­pa­ra­dos… unos más, otros menos… pero en lo que ata­ñe a hacer dicha cul­tu­ra acce­si­ble a la gen­te sin for­ma­ción… los bra­si­le­ños se lle­van la pal­ma de oro.

En Bra­sil, se qui­so hacer acce­si­ble dicha lite­ra­tu­ra a los ciu­da­da­nos, de otra mane­ra… un buen ejem­plo de ello —y míti­co— fue Gabrie­la, cra­vo e cane­la (Gabrie­la, cla­vo y cane­la, de Jor­ge Ama­do). La tele­no­ve­la era… pre­ci­sa­men­te eso… una nove­la tele­vi­sa­da. El obje­ti­vo era con­se­guir trans­mi­tir aque­lla obra a las per­so­nas que no lee­rían un libro… pero sí se sen­ta­rían ante el tele­vi­sor todas las noches para ver a la impre­sio­nan­te Sonia Bra­ga —huel­ga decir que el públi­co mas­cu­lino moría por aque­lla Gabrie­la… ¡qué menos!—.

Ya lo dice el pri­mer comen­ta­rio del you­tu­be sobre este últi­mo vídeo: quan­do uma mulher con­se­gue ser boni­ta com o sova­co pelu­do é por­que ela é boni­ta de ver­da­de. Enci­ma y por si fue­ra poco la ban­da sono­ra de Anto­nio Car­los Jobim —nada más y nada menos— daba aún más enjun­dia a la tele­se­rie… una deli­cia que dis­fru­ta­ron bra­si­le­ños y por­tu­gue­ses como niños pequeños.

Tan­to, que mi madre me con­tó que cuan­do se emi­tía la serie Gabrie­la, cla­vo y cane­la en Por­tu­gal, de 20:30 a 21:00 en 1975/76, los dipu­tados de la Asam­bleia da Repú­bli­ca —lo equi­va­len­te en Por­tu­gal al con­gre­so de los dipu­tados— para­ban la sesión para hacer un des­can­so y ver el capí­tu­lo de la serie. Esto es verí­di­co, cual­quie­ra que ten­ga rela­ción con un por­tu­gués que andu­vie­ra por Por­tu­gal en esa épo­ca podrá con­fir­mar este asun­to. Los por­tu­gue­ses, dicho sea de paso, han sen­ti­do en sus car­nes estas tele­no­ve­las como si les fue­ra en la san­gre… y en cier­to modo así era. La unión de Bra­sil y Por­tu­gal va más allá del idio­ma… y que nadie lo dude, las tele­no­ve­las bra­si­le­ñas han hecho mucho por esa unión. Des­de que empe­za­ron, jamás han deja­do de ser emi­ti­das en el país vecino… cual­quie­ra podrá con­fir­mar este asunto.

Los niños, por ejem­plo, dis­fru­tá­ba­mos de una obra archi­co­no­ci­da… O Sitio do Pica­pau Ama­re­lo —el Sitio del Pája­ro Car­pin­te­ro Ama­ri­llo—. En los cré­di­tos se podía leer… Adap­tação da obra de Mon­tei­ro Loba­to… y músi­ca de… ¡Gil­ber­to Gil! (pro­me­to ela­bo­rar algún día un post sobre la músi­ca bra­si­le­ña diri­gi­da al públi­co infan­til… de lo mejor que se ha hecho sin lugar a dudas!!)

Pero lo mío… es más algo per­so­nal con una mara­vi­llo­sa e inol­vi­da­ble tele­no­ve­la… Roque San­te­iro. Solo recor­dar ese nom­bre me trae a la memo­ria mi infan­cia al com­ple­to como una ava­lan­cha. Es muy difí­cil expli­car los mati­ces de estas series… pero, en defi­ni­ti­va, habla­mos de tea­tro… puro tea­tro… arte, unos acto­res como los que no hay en nin­gún sitio. El idio­ma limi­ta pues­to que no es inglés o cas­te­llano y, por tan­to, no se apre­cia en ple­ni­tud a estos figu­ras más que en los paí­ses de habla por­tu­gue­sa... pero pon­go la mano en el fue­go, no hay acto­res como los bra­si­le­ños; no sé si es por una cues­tión de haber cul­ti­va­do el géne­ro des­de hace mucho tiem­po, no sé si es por una cues­tión de for­ma­ción… pero no hay acto­res más sin­ce­ros, vero­sí­mi­les y bue­nos que estos tipos. Una vena cómi­ca muy pecu­liar, pro­pia de la cul­tu­ra bra­si­le­ña, deli­cio­sa… una ima­gi­na­ción muy sobre­sa­lien­te. Dan mil vuel­tas a todo pero, no sé si por suer­te o des­gra­cia… al final los úni­cos que dis­fru­tan de estas cosas son los pro­pios bra­si­le­ños o por­tu­gue­ses. Doblar a un actor/actriz bra­si­le­ña es como tener sexo uti­li­zan­do sie­te pre­ser­va­ti­vos al mis­mo tiem­po. En serio.

Y cla­ro, para cap­tar los mati­ces… tam­bién es nece­sa­rio tener un domi­nio poten­te de la cul­tu­ra y el idio­ma. Al igual que para hacer­lo con la músi­ca, la bos­sa, etc. Es una lás­ti­ma, por­que medio mun­do no sabe lo que se pier­de. Con la músi­ca es rela­ti­va­men­te más fácil… a fin de cuen­tas, una can­ción no deja de ser un len­gua­je uni­ver­sal —más o menos—. El hecho de que Aguas de Março esté en por­tu­gués, no es impe­di­men­to para que aca­ba­se sien­do con­ver­ti­da en están­dar de jazz… eso sí… al final, siem­pre se aca­ba tra­du­cien­do… inclu­so tenien­do en cuen­ta que una can­ción se hace y con­ci­be para un idio­ma en con­cre­to. Es lo que hay.

En el últi­mo capí­tu­lo de Roque San­te­iro… Bra­sil se para­li­zó. Lo mis­mo suce­dió con Por­tu­gal. Era otra his­to­ria. En el res­to de paí­ses de Sura­mé­ri­ca inten­ta­ron lograr el mis­mo éxi­to que las nove­las bra­si­le­ñas pero nada… bur­dos suce­dá­neos de las ori­gi­na­les. En otros paí­ses no se supo orien­tar la pro­duc­ción de este for­ma­to. Y, ade­más, hay que tener en cuen­ta que cos­tó mucho tiem­po y esfuer­zo con­so­li­dar esta indus­tria en Bra­sil… pero nada suce­de por casua­li­dad o, al menos, no en este caso.

Aque­llos bur­dos suce­dá­neos pudie­ron ser Cris­tal, por ejem­plo —del mis­mo año que Roque Santeiro—…

Esto solo se pue­de detec­tar si se ha sido tes­ti­go de AMBAS nove­las… hoy, casi trein­ta años más tar­de… no hay duda. Ni color. Las dife­ren­cias de cali­dad en tér­mi­nos inter­pre­ta­ti­vos, de argu­men­to, de pre­su­pues­to, artís­ti­co, musi­cal, etc… son des­co­mu­na­les. Tan­to, que me deci­dí a escri­bir este post por­que, con el paso de los años, sigo sor­pren­di­do con las dife­ren­cias. Aquel ger­men ini­cial esta­ble­ció dos para­dig­mas para emi­tir nove­las tele­vi­sa­das: el cutre y el bueno.
Los pro­gra­ma­do­res en Espa­ña y otros paí­ses de habla cas­te­lla­na, en aquel pre­ci­so momen­to se die­ron cuen­ta de que las dife­ren­cias eran abru­ma­do­ras, e inten­ta­ron algún cona­to de entrar en el ‘mer­ca­do’ de tele­no­ve­las bra­si­le­ñas… ¿alguien recuer­da Dona Beija?

Pero cla­ro… como no… ¡se dobló! Cagada des­co­mu­nal, como de costumbre.

Se car­ga­ron la serie como está man­da­do. Y las series bra­si­le­ñas des­de enton­ces no tuvie­ron gran difu­sión gra­cias a la feliz ocu­rren­cia del dobla­je. Tam­bién se ha dobla­do Terra Nos­tra, actual­men­te está sien­do emi­ti­da en algún canal que no recuer­do… exac­ta­men­te el mis­mo estro­pi­cio que con Dona Bei­ja. Sin complejos.

Por tan­to, ten­go la sen­sa­ción de que ese pecu­liar mun­do de las tele­no­ve­las bra­si­le­ñas, autén­ti­cas obras de arte en oca­sio­nes, antí­te­sis del con­cep­to ‘tele­no­ve­les­co’ que tene­mos en cas­te­llano, será siem­pre agua y acei­te. Jamás podre­mos dis­fru­tar de los acier­tos de la indus­tria bra­si­le­ña en ese terreno… ¡ojo! Que no todo han sido acier­tos… hay mucha morra­lla, ya que con los años la indus­tria se con­so­li­dó de tal mane­ra que se han pro­du­ci­do cosas de todo tipo, pero des­de lue­go… el terreno del arte dra­má­ti­co es terreno bra­si­le­ño. Y de tan­tas otras repre­sen­ta­cio­nes artís­ti­cas, qué duda cabe.

Por aquí, en nues­tras pro­duc­cio­nes... creo que no hemos sabi­do hacer lo mis­mo que los bra­si­le­ños. En mi modes­ta opi­nión sí hubo un muy res­pe­ta­ble caso... Los Gozos y las Som­bras, aho­ra dis­po­ni­ble onli­ne gra­cias a la mara­vi­llo­sa pági­na de RTVE. Una adap­ta­ción de la nove­la de Gon­za­lo Torren­te Balles­ter. Muy bue­na adap­ta­ción, en mi opinión.

En aque­lla épo­ca se hacían cosas muchí­si­mo mejo­res que las que se hacen hoy día... menos recur­sos sin duda... apli­ca­dos de mane­ra más hones­ta. Es esto, qui­zá, lo que echo más de menos... la hones­ti­dad en la pro­duc­ción de con­te­ni­dos. La mis­ma que me he encon­tra­do en The Wire*, sal­van­do las dis­tan­cias espa­cio-tem­po­ra­les. Estos con­te­ni­dos en el fon­do, son un fiel refle­jo del pie del que cojea la socie­dad en ese momen­to. Aquí hemos cedi­do el espa­cio tele­vi­si­vo a las hie­nas... al comer­cio, a la basu­ra. Los bra­si­le­ños se reser­va­ron su peque­ño dere­cho a difun­dir cul­tu­ra hacia todos los sec­to­res de la pobla­ción... sin olvi­dar­se de nadie. Fun­cio­na en unos casos, no fun­cio­na en otros... per­fec­to... pero algo hace.

Me des­pi­do con el Hom­bre Lobo de Zé Ramal­ho... aquel momen­to de la tele­no­ve­la Roque San­te­iro de la cual nos acor­da­re­mos muchos que por aquel enton­ces era­mos niños... coin­ci­día con la épo­ca del Thri­ller de Michael Jack­son... y cla­ro... la ima­gi­na­ción echa­ba a volar!!

Mis­te­rios da meia noite...

*.-Pd.- Deci­dí escri­bir este post a raíz de ver una de las mejo­res series que he vis­to en los últi­mos tiem­pos… The Wire… alta­men­te reco­men­da­ble. Alguno pen­sa­rá… ¿y qué ten­drá que ver una cosa con la otra? A buen enten­de­dor pocas pala­bras bas­tan. Si se hace nece­sa­ria la expli­ca­ción, mejor me la guar­do… por­que no mere­ce la pena.

Triolocría en El País

El pro­yec­to Trio­lo­cría es men­cio­na­do hoy en el dia­rio El País

Fer­nan­do Nava­rro fir­ma hoy un repor­ta­je en el dia­rio El País (inclui­da edi­ción impre­sa) en el que nues­tro pro­yec­to es mencionado.

Repor­ta­je: «Com­par­tir la Músi­ca para defen­der­la»

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Compartir/musica/defenderla/elpepisoc/20110518elpepisoc_1/Tes

La fra­se con la que fina­li­za el repor­ta­je: «Están jun­tos los edi­to­res y auto­res. Y eso es como meter a los pája­ros y las semi­llas en el mis­mo saco, negan­do la reali­dad», per­te­ne­ce al siguien­te documento:

Gra­cias a Jor­ge Ote­ro de Stormy Mon­days y al pro­pio Fer­nan­do Nava­rro por con­tar con noso­tros para este reportaje!!!!!!!

Jor­ge Ote­ro (Stormy Mon­days): http:www.stormymondays.com

Twit­ter de Stormy Mon­days: http://twitter.com/stormymondays

Fer­nan­do Nava­rro (El País — La Ruta Nor­te­ame­ri­ca­na): http://lacomunidad.elpais.com/ruta-norteamericana/posts

Twit­ter de Fer­nan­do Nava­rro: http://twitter.com/fernavarro17